Entre la espada y la pared

2284 Words
" ¿Él que calla otorga? No siempre es necesario hablar para responder, sólo un gesto o una simple expresión, revelan la verdad". ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^ La lluvia ha empezado a caer, es curioso cómo es su gran parecido a las lágrimas. Inevitablemente subo mi mano a la ventana del auto y pasó un dedo en la luna. Prefiero tener mi mente en cualquier lado que en Lucien. Sin embargo, su voz profunda despierta mi sentidos cuando él habla. — Por esa expresión, puedo suponer que te despidieron ¿O equívoco? No estoy segura cómo responderle. Me da la sensación de que se está burlando de mí, así que, solo atinó a exclamar muy fuerte. — ¡No me despidieron! ¡Renuncié! — ¿Tan pronto conseguiste el dinero para la universidad? Apretando los dientes, esta vez no me giro, pero veo su rostro de reojo, que permanece relajado. — Eso no tiene que importarte, es mi vida, además… ¿Qué hacías siguiéndome? ¿Todavía sigues con esa locura? — ¿Seguirte? —me interrumpe—. No te creas el centro del universo. Tenía que reunirme con alguien. — ¿Alguien? Seguro era una de tus tantas amantes, ya se que… — Amante o no, eso no es asunto tuyo. Jamás le he dado explicaciones a nadie y tú no serás la primera, de modo que, mantén tu boca fuera de mi vida social. Sus palabras son como duros golpes, pero él tiene razón. No debería meterme en la vida de este sujeto que es el mismo demonio. — Detente aquí —le pido sintiéndome de pronto aún más enojada—. Caminaré a casa. — No es un buen momento para tus berrinches. — ¡No estoy haciendo berrinches! ¡Te exijo que te detengas, no quiero estar cerca de ti ni un solo segundo más! — Escúchame Mayda, hasta ahora he tratado de ser amable, pero tu actitud me está cansado, y te juro que no querrás saber cómo soy realmente. — Por supuesto que se como eres. Eres un ser altanero, déspota, malvado. — Malvado queda corto a lo que soy realmente. Sin quitarle los ojos de encima, siento una necesidad de abrir la puerta y lanzarme con el auto en marcha. Cada segundo con Lucien, me trae esos recuerdos que pensaba haber olvidado. — ¡Ya bajarme! Prefiero morir de una pulmonía que estar un solo minuto contigo. Frenando de golpe, Lucien se lleva la mano al cinturón de seguridad, lo desabrocha y luego sale del auto. A través de la ventana lo veo rodear el vehículo para después abrir la puerta de mi lado y jalarme afuera. De inmediato mi piel siente la lluvia caer y empiezo a empaparme al igual que él. — ¡Quiéres caminar con este clima, adelante! —me dice apretando mis brazos. — ¡Cualquier compañía es mejor que la tuya! ¡Definitivamente casarme contigo sería un grave error! Repentinamente un golpe sordo me sorprende. Estoy con el cuerpo pegado al auto, mientras Lucien me evita cualquier escape. — ¡¡¡CIERRA LA BOCA!!! Alguien debería enseñarte a cómo hablar a tus superiores, pero claro ¿Quién podría hacerlo? Si estás completamente sola. Mirate, hasta los perros callejeros tienen a sus pulgas. Mis ojos brillosos están por traicionarme, Lucien tocó un tema que me lastima y él lo sabe. Siempre supe que me odiaba, pero esto fue por mucho el golpe más bajo que he recibido de él. Es entonces que siento que sus manos sueltan mis brazos y de un tirón las recupero. Me he dado media vuelta para correr lejos, la lluvia está mojando mi rostro, pero cuando paso mi lengua por los labios distingo ese sabor salado que mis ojos están dejando fluir. Las memorias de mi vida, caen en pedazos en cada lágrima. … Temblando de frío y con la ropa empapada, logro entrar al pequeño cuarto que alquilo. Levanto mi rostro y seco cualquier rastro de lágrimas en mi. No quiero que ellos noten lo mal que acabo de pasarlo, así que, tomando todo mi valor muestro mi mejor sonrisa, hasta llegar a la mesa y dejar la llave encima de esta. — ¡Ya estoy en casa! —anuncio, mientras voy desatando mi trenza. La habitación no es muy grande, pero nos da el espacio para vivir todos juntos. A pesar de que el alquiler no es tan caro, admito que estos últimos meses me he retrasado. Tenía pensado pagar el próximo fin de mes, pero ahora que estoy sin trabajo lo dudo, pienso en el dinero que estaba ahorrando y para mi pesar deberé utilizarlo. La universidad tendrá que esperar, pero mientras los tenga a ellos, estaré bien. — ¡Oh, hola papá! —digo corriendo a saludarlo. La mirada se me ilumina, y mi corazón siente la calma al ver sus ojos verdes. Es entonces que tomó la foto de mi padre, quien siempre me recibe, y le doy un beso al marco, al abrazar ese cuadro recuerdo los hermosos días que viví con él. A veces la nostalgia me gana y me ahogo en el llanto, pero como él decía «La sonrisa es la más hermosa curva de una dama, asegúrate de no esconderla» Mi padre había muerto hace poco más de tres años. Sí, justo antes de esa última vez que Lucien me tratara con la punta de su zapato. Era la única persona que me dio amor aun sin llevar su sangre, sobre todo después de que mamá nos abandonará, cuando yo tenía solo cuatro años. De verdad me hace tanta falta. — Miau… Maullando con ternura, Kissy me saluda acariciándose en mis piernas. Ella es mi otra compañía, una minina tricolor, blanco, beige y marrón. La encontré un día que regresaba del trabajo y desde entonces somos compañeras de habitación. Inclinándome, le hago cariño rascando su cabeza, y ella lo disfruta cerrando sus ojos. — Perdona si te mojo un poco, me. cambiaré y te daré de comer. — Miau —vuelve a maullar. Sonará extraño, pero… a veces creo que Kissy me comprende. Durante los momentos en que la tristeza me embarga, ella siempre acude a mi. Se sube a mis piernas y frota su cara en mi mejilla como si tratara de consolarme, hasta que me quedo dormida y ella conmigo. Devuelvo el cuadro de mi padre a su lugar para irme a dar una ducha, definitivamente lo necesito. No suelo tomarme mucho tiempo, y al cabo de unos minutos salgo con mi bata lista. Me dirijo al cajón donde guardo la comida de Kissy, abro una lata y la dejo en su plato, ella rápidamente acude a comerlo. Verla me trae paz, entonces, le acarició la cabeza antes de irme a cambiar. Abriendo mi armario, saco un jean desgastado y una camiseta en color vino. Para mi no existe nada mejor que la comodidad y mi armario lo sabe. Acabo de desenredar mi cabello y lo dejo suelto para que termine de secarse. Estoy completamente más relajada en comparación con lo ocurrido minutos atrás, así que, decido ocupar mi mente en algo que sí vale la pena, me acerco al escritorio para repasar mis libros viejos de química, pero cuando abro la primera página recuerdo la propuesta de Lucien. Creo que estoy perdiendo la razón, levanto mis manos y masajeo mi cabeza, pero dentro de mi mente aún sigue él. — ¡Ah! —grito golpeando la madera con mis puños— ¡Tanto me odias que hasta en mis pensamientos te metes! —exclamo fastidiada. ¿Pero cómo se le ocurre? Hasta ahora no creo que él haya venido a pedirme matrimonio ¿Qué había detrás de esa propuesta? ¿Qué buscaba? Porque eso de hacerlo solo para ayudarme con mi problema económico, no se lo creía. Lucien Fermani no era aquel muchacho que conocí cuando llegué a su casa por primera vez. El tiempo en mi memoria va retrocediendo e inesperadamente he vuelto a doce años atrás. *Flashback* El almanaque indicaba un veinte de marzo. Era un día que nunca olvidaría, porque hoy iniciaba la primavera, la estación del año más maravillosa, y sobre todo porque en esa fecha papá me llevaría a la nueva casa donde viviríamos, o bueno, donde él trabajaría como cocinero. — Es una casa enorme, papá —dije con la mirada llena de ilusión. — ¿Verdad que sí? pero ya no perdamos tiempo. El patrón es un hombre amable y cuando le conté que tenía una hija, se emocionó por conocerte. — ¡De verdad papá! — Él dueño es un hombre con dos hijos varones, al no tener una hija, se alegró con saber que vendrías aquí. — ¡Entonces tendré amigos! —exclamé saltando de alegría. — Es posible, aunque el mayor tiene catorce, pero el menor tiene once, tal vez con él puedas llevarte mejor. — Daré mi mejor esfuerzo, papá. Pero quién iba a imaginar que ese primer encuentro sería el inicio de una vida llena de problemas para Mayda. Un lugar que le sacaría muchas lágrimas. — ¿Con qué tu eres Mayda? Vaya que pequeña tan adorable — me saludó el dueño, un hombre muy amable de más de cincuenta años —. ¿Te gustaría beber algo? — Eh… ¿Agua? —respondí algo nerviosa por la mirada de la esposa del señor. Una mujer mucho más joven que su esposo y elegante. — Bueno, Donato ¿Podrías traer un vaso de agua para Mayda? — Por supuesto que sí señor —dijo un hombre un poco mayor, él no se tardó en regresar y con mucha amabilidad me entregó el agua y un plato con galletas recién horneadas. — ¿Son para mi? —quise saber. — Claro que sí pequeña —me dijo Donato. Y cuando yo sonreía con el plato de galletas en la mano, un muchachito de cabello castaño y ojos azules apareció entrando del patio. — Oh, Atreo, ven aquí hijo, saluda a Mayda, ella es la hija del nuevo cocinero. Él se acercó estirando su mano en un saludo, sus dientes blancos y las mejillas anchas me sonreían. — Bienvenida Mayda, será grato tener tu presencia en nuestro hogar. — Ya sé, por qué no llevas a nuestra nueva huésped a recorrer la casa, mientras yo hablo con su padre —aconsejó el padre de Atreo. — Claro que sí, padre. Ven Mayda, primero te llevaré al patio; es un lugar amplio con un jardín que conduce al bosque, así que no deberás alejarte mucho para no perderte. Miré a mi padre y él asintió, así que caminé detrás de Atreo. Juntos llegamos hasta el jardín, ahí habían muchos árboles de grandes copas, él me explicaba que era un buen lugar para descansar en tiempos de primavera, así como en ese momento. — ¿Deseas un vaso de zumo de naranja? — Claro. — De acuerdo, espera aquí, volveré pronto. Al quedarme sola, levanté mi cara al sol, se sentía tan bien, el viento aquí corría con frescura, y dejándome envolver por el momento, alcé mis manos para que mi voz hiciera lo suyo. Ma n'atu sole Cchiu' bello, oi ne' 'O sole mio Sta 'nfronte a te 'O sole, 'o sole mio Inesperadamente, mientras yo cantaba distraída, el ruido del árbol me asustó, por lo que pegué un grito agudo del susto. — ¡Cielos! ¡Callate! —dijo un muchacho mayor que Atreo, quien se tapaba los oídos con las manos—. ¿Quién eres? ¿Por qué me despiertas así? No tengo mucha memoria de lo que me dijo, solo recuerdo su rostro serio. Hasta que llegó Atreo con los dos vasos de zumo de naranja. — Oh Lucien, ahí estás. Mira ella es Mayda, es la hija del nuevo cocinero. — Mucho gusto —le dije estirando la mano, a lo que él rodó los ojos, pero aceptó mi saludo apretando mi pequeña mano. — No somos una familia egoísta, aquí los empleados son tratados con respeto, pero… No cantes ¿sí? —dijo Lucien alejándose de nosotros. *Fin Flashback * Hasta ese momento, Lucien era un chico serio, pero amable. Nunca me miraba como lo hizo esa última vez. — En fin… —suspiré. Cuando estaba a punto de levantarme de la silla, para dormir un poco, alguien llamó a mi puerta. No tenía planeado recibir a nadie, de todos modos atendí, mas no encontré a ninguna persona, solo una nota en el piso. Tomé la carta para leerla dentro y que desagradable sería mi sorpresa. — ¡Una orden de desalojo! —exclamé con los dedos temblando. La orden decía que solo tenía 12 horas para irme, y que debía pagar lo que debía, de lo contrario llamarían a la policía. ¿Qué haría? Sí tenía el dinero para pagar lo que debía, pero era todo lo que me quedaba, y sin hogar ¿dónde viviría? Desesperada, tomé mi celular y llamé al dueño, pero este no contestó ¡Cielos! estaba perdida, entonces pensé en Donna, pero ella vivía con sus padres en una pequeña casa, decirle que me deje vivir con ella, sería un poco descabellado de mi parte. — Lucien —sin proponérmelo salió su nombre de mis labios. ¡No! jamás, no puedo caer tan bajo, pero… si no hacía algo me quedaría en la calle ¡Cielos! ¿Por qué mi vida tenía más enredos que una hebilla de hilo? — Tal vez… pueda pedirle un préstamo. Buscaré un trabajo pronto, y le devolveré hasta el último centavo. Solo me quedaban doce horas, es decir hasta las 8:00 pm. No tenía tiempo de reflexionar, debía actuar rápido.
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