El suave tintineo del cristal resonó en el jardín, haciendo que las conversaciones se apagaran poco a poco, Natasha sintió cómo su estómago se hundía al ver a Alexei ponerse de pie, su expresión seria, pero llena de determinación, todo el mundo giró la cabeza hacia él y la atención de los invitados quedó fija en el joven que sostenía su copa con confianza.
— Buenas noches a todos... — comenzó Alexei, su voz clara y firme — Gracias por estar aquí para celebrar a Natasha, una mujer increíble, brillante y talentosa. — Natasha sintió cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza, la incomodidad creciendo a cada palabra.
Desde el momento en que su madre la había obligado a sentarse en esa mesa, algo en su interior le había advertido que ese momento llegaría, no podía creer que realmente estuviera sucediendo.
— ¿Que mierda haces? — preguntó en un gruñido muy bajo.
— Natasha y yo hemos compartido momentos muy especiales durante años. — continuó Alexei, dirigiendo su mirada directamente hacia ella.
La intensidad de su mirada hacía que Natasha quisiera desaparecer, las miradas de los demás invitados, curiosas y emocionadas, la rodeaban como un cerco invisible, sus manos se tensaron sobre el borde de la mesa, tratando de contener las emociones que la invadían; enojo, frustración y, sobre todo, una enorme sensación de traición, vio a Anastasia sonriendo con satisfacción y eso la hizo sentir aún peor, Alexei dejó su copa sobre la mesa y, ante la mirada atónita de todos, se arrodilló frente a Natasha, sacando de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo azul.
— Natasha Yekaterina Volkova, te amo con todo mi corazón, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado... — abrió la caja — ¿Quieres casarte conmigo? — el silencio que siguió fue ensordecedor.
Los ojos de Natasha se abrieron de par en par mientras las miradas de los invitados se clavaban en ella, expectantes, emocionadas, algunas incluso envidiosas, por un instante, todo pareció detenerse. Natasha sintió cómo el calor subía por su cuerpo, una mezcla de enojo y vergüenza que apenas podía contener, todo aquello no solo era inesperado, era una trampa, habían usado su graduación, su noche especial, para convertirla en el escenario de una propuesta que nunca había pedido ni deseado. Miró a Alexei, todavía arrodillado frente a ella, con una expresión que oscilaba entre la esperanza y el miedo, Natasha respiró hondo, intentando controlar la oleada de emociones que la inundaban, sabía que no podía aceptar, pero tampoco quería causar una escena frente a tantos invitados, sin embargo, una cosa estaba clara, no iba a dejar que nadie decidiera por ella.
— Alexei... — dijo, su voz tensa pero firme — Esto es... — se puso en pie — Inesperado. — se iba a ir del lugar — los murmullos comenzaron a recorrer a los invitados, pero Natasha no dejó que la distrajeran — No puedo aceptar tu propuesta... — dijo con claridad, asegurándose de que todos la escucharan — Este no es el momento ni el lugar para algo así. — Alexei se puso en pie también.
Natasha intentó retroceder, pero Alexei fue más rápido, con una sonrisa forzada y fingiendo calma, tomó su mano con firmeza, ignorando su resistencia, Natasha sintió la frialdad del anillo deslizándose en su dedo y la rabia ardiendo en su pecho, la risa de Alexei resonó con un matiz de superioridad, una burla apenas disimulada.
— Sabía que dirías algo así, Natasha... — no le soltó la mano — Son solo los nervios de todo el momento, de la sorpresa de mi amor, de mi propuesta y del evento de la mañana. — dijo con tono confiado, como si todo esto fuera un juego que él ya había ganado.
El aplauso de los invitados empezó a llenar el aire, algunos confundidos, pero otros emocionados por lo que asumieron era una respuesta afirmativa, Natasha, todavía de pie, miró su mano con el anillo como si fuera una atadura, un símbolo de la manipulación que acababa de presenciar, su mirada subió lentamente hasta Alexei, quien seguía sonriendo como si hubiera conseguido exactamente lo que quería.
— Alexei. — comenzó Natasha, pero él la interrumpió, atrayéndola hacia él, como si fuera a abrazarla.
— Todo estará bien, querida, confía en mí, lo resolveremos juntos. — dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que los más cercanos lo oyeran y pensaran que eran palabras románticas.
Natasha sintió un nudo en la garganta, la rabia, la impotencia, la humillación; todo se mezclaba en un torbellino que amenazaba con hacerla explotar, ella no iba a permitir que Alexei ni nadie más decidiera por ella, con un movimiento decidido, retiró su mano de la suya, rompiendo cualquier contacto entre ellos. Antes de que ella pudiera pronunciar una palabra, sintió la mano firme de su padre sujetándola del brazo, la presión era suficiente para detenerla, pero no para herirla, Natasha lo miró con incredulidad, encontrando en su rostro una expresión severa y controlada, aunque sus ojos reflejaban una clara advertencia.
— No hagas una escena, Natasha... — murmuró su padre en voz baja, con un tono que solo ella podía oír — Este no es el momento ni el lugar para un desplante. — Viktor siempre fue frío al momento de dar órdenes.
Sintió cómo la rabia y la frustración crecían dentro de ella, era su noche, su momento y ahora no solo Alexei, sino también su propia familia, trataban de dictarle qué hacer, creyó que una vez se graduara podría ser finalmente libre de las órdenes de su padre, pero al parecer, las cosas no iban a ser tan sencillas.
— Papá, no puedes obligarme a aceptar esto. — susurró, intentando mantener su voz firme y contenida, aunque sus ojos ardían con determinación.
— No es cuestión de obligarte, es cuestión de preservar el respeto por nuestra familia... — él la miró con un semblante rígido — Piénsalo bien antes de decir algo que no puedas retractar. — sonrió cuando un par de amigos se acercaron para darles las felicitaciones.
— Natasha... — dijo Alexei con una sonrisa que parecía no haber registrado la tensión entre padre e hija — Sé que esto puede parecer repentino, pero estoy seguro de que este es el paso correcto para los dos. — intentó tomarle la mano nuevamente, pero ella le clavó las uñas con mucha fuerza.
Las miradas de los invitados estaban sobre ellos, algunos cuchicheando, otros observando con interés casi morboso pues alguno que otro rumor sobre la infidelidad había andado por ahí, Natasha, atrapada entre la mano de su padre y la presión de Alexei, sintió cómo el peso de la situación amenazaba con aplastarla, con un movimiento decidido, liberó su brazo de la mano de su padre, su gesto cargado de resolución.
— Ya dije lo que pienso, papá... — murmuró con un tono más cortante y luego giró su atención hacia Alexei — Me sigues y te voy a mandar al hospital sin dientes y con la cabeza partida por la mitad. — se alejó de la mesa con pasos molestos.
Natasha caminó a paso rápido, alejándose del bullicio y de las miradas fijas de todos los invitados, el aire fresco del jardín no lograba calmar las emociones que sentía, sus pies la llevaron hasta un rincón más apartado, donde las luces de la fiesta apenas llegaban, creando un refugio temporal lejos del caos, se dejó caer en una banca de piedra, intentando recuperar el control de su respiración, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero se negaba a dejarlas caer. No estuvo sola por mucho tiempo, Mira, había notado su salida abrupta y no dudó en seguirla, conociendo a Natasha como la palma de su mano, sabía que lo último que necesitaba era estar sola en ese momento.
— ¿Quieres que le dé un buen golpe a Alexei? Porque estoy dispuesta a hacerlo. — dijo Mira con un tono ligero pero lleno de apoyo, mientras se acercaba y se sentaba junto a Natasha.
— No creo que lo detendría, Mira... — dejó escapar una risa amarga — Ese hombre no entiende un no ni, aunque se lo grites en la cara. — Mira colocó una mano en el hombro de Natasha, su tacto suave, pero lleno de comprensión.
— Lo importante es que tú lo dejaste claro, fuiste valiente, Natasha, solo debes hacer lo correcto para tu vida. — Natasha bajó la mirada, sus dedos jugando con el brazalete que Ivanka le había regalado unas horas antes.
— ¿Valiente? Me siento como si hubiera fallado de alguna manera... — susurro conteniendo las lágrimas lo mejor que podía — No pude enfrentarme a mi padre, Alexei me humilló delante de todos y Anastasia... — hizo una pausa, mordiéndose el labio — ¿Cómo pudo ayudarle con esto? — Mira suspiró, sabiendo cuánto dolía esa traición.
— Porque no te entiende, porque piensa que lo que Alexei representa es más importante que lo que tú sientes... — se sentó a su lado — Pero eso no significa que estén en lo correcto, tú tienes el derecho de elegir tu propio camino, Natasha, siempre lo has tenido. — Natasha giró su cabeza para mirarla, encontrando en su mejor amiga un ancla en medio del caos.
— Gracias, Mira, no sé qué haría sin ti. — Mira le sonrió con calidez, sus ojos llenos de complicidad.
— Para eso están las mejores amigas... — pasó el brazo por los hombros de Natasha — Ahora, ¿Quieres quedarte aquí y dejar que Alexei piense que ganó al arruinar tu noche, o volvemos y demostramos que eres mucho más fuerte que todo esto? — Natasha respiró hondo.
— ¿La verdad? — levantó la cabeza para verla — No quiero volver a la fiesta, le estaría dando el gusto de que todos piensen que yo acepto esta mierda. — levantó su mano y vio el anillo.
Su mirada fija en el anillo que Alexei había deslizado en su dedo sin su consentimiento, el brillo del diamante, impecable y deslumbrante, solo intensificaba su sensación de repulsión, era un símbolo de todo lo que rechazaba, el control, las expectativas impuestas y la idea de ser tratada como un premio que alguien podía ganar, que podían usar incluso. Con un movimiento decidido, comenzó a tirar del anillo para quitárselo, pero el metal parecía resistirse, Natasha lo giró con más fuerza hasta que finalmente se deslizó de su dedo, lo sostuvo entre sus dedos, observándolo con una mezcla de rabia y desdén, por un momento contempló la posibilidad de tirarlo entre los arbustos cercanos.
Respiró profundamente, recordando las palabras de su madre sobre no tomar acciones con rabia y la mirada de desaprobación de su padre, no podía regresar al evento, no con todos esperándola, observándola, juzgándola.
— ¿Qué vas a hacer con eso? —preguntó Mira suavemente.
— No puedo hacerlo, Mira, quiero tirarlo, pero no puedo... — se lo volvió a poner, dejo su cartera en la mesa — No puedo regresar como si nada hubiera pasado, este anillo, este compromiso falso son una porquería, pero, aun así, no sería justo perderlo. — de haber andado donde guardarlo, no se lo hubiese puesto de nuevo.
— Entonces no regreses... — Mira sonrió — No tienes que demostrarle nada a nadie esta noche, Nat, ya mucho has hecho y has aguantado de ese imbécil. — Natasha exhaló con alivio al escuchar esas palabras, era la única que validaba sus sentimientos.
— Gracias, necesito un momento a solas, quizás mañana, cuando todo esto se calme, hablaré con mi familia, pero esta noche no puedo. — sintió como Mira le daba un apretón en el hombro.
— Haz lo que sientas que es correcto... — le dio un beso en la mejilla — Si necesitas algo, estoy aquí, siempre para ti. — ambas se abrazaron con mucha fuerza.
Viktor recorrió el inmenso jardín trasero de la mansión con pasos firmes, su ceño fruncido y su expresión de frustración claramente visibles ¿Cómo podía Natasha haber desaparecido en una noche tan importante? Ya era suficiente con el desplante a Alexei frente a todos, pero el hecho de que se hubiera perdido en la propiedad era el colmo para él.
— ¿Alguien la ha visto? — preguntó con voz autoritaria a uno de los empleados que pasaban cerca.
El joven negó con la cabeza, titubeando y Viktor resopló con impaciencia, la había estado buscando desde que se tardó demasiado para procesar las cosas, seguía sin entender cómo es que era tan terca y no se metía en la cabeza que todas las decisiones que él tomaba sobre su vida eran para que le fuera bien.
— Padre, Natasha probablemente solo está despejándose, ya sabes cómo es, siempre tan independiente. — dijo Anastasia al verlo tan irritado.
— Independiente no, irresponsable... — gruñó Viktor, pasándose una mano por el cabello en un gesto de exasperación — ¿Por qué tuvo que hacer esto justo esta noche? Todo se desarrolló según el plan y ella lo arruino desapareciendo. — miró hacia la lejanía, observando cómo las luces del jardín no alcanzaban algunas zonas de la propiedad.
— Quizás simplemente está abrumada, no todos manejan la presión de la misma manera. — Anastasia tomó el brazo de su padre para que se relajara un poco.
Viktor la miró de reojo, no del todo convencido de sus palabras, decidió no comentar más y continuó su búsqueda, acompañado ahora por dos guardias de seguridad que ordenó traer para ayudar a localizar a Natasha. Mientras tanto, Natasha, que había encontrado refugio cerca de una vieja glorieta en el extremo más lejano de la propiedad, observaba las estrellas con Mira a su lado en completo silencio, su mente estaba llena de pensamientos confusos, pero al menos ahí, lejos de la presión, podía respirar.
Los pasos resonantes de los guardias y la voz de su padre llamándola la hicieron suspirar con resignación, sabía que eventualmente la encontrarían, enderezándose, Natasha decidió no ceder tan fácilmente, si Viktor quería encontrarla, también tendría que escucharla. Cuando Viktor finalmente llegó hasta ella, su expresión era una mezcla de alivio e irritación, la oscuridad escondió la presencia de Mira y presenciaría de nuevo lo controlador que era el padre de su mejor amiga.
— ¿Qué crees que estás haciendo aquí? — espetó, su voz firme, aunque intentaba contenerse.
— Estoy recuperando mi dignidad... — lo miró con seriedad — Algo que parece que a ti no te importa cuando se trata de manipular mi vida. — sus ojos reflejaron un fuego que no se iba a apagar fácilmente, Viktor frunció el ceño, sorprendido por la contundencia de sus palabras, pero antes de que pudiera responder — No voy a regresar a esa fiesta, ni voy a dejar que tú, Alexei o Anastasia decidan lo que es mejor para mí... — se puso en pie — Si eso arruina tu imagen frente a los Petrov, entonces tendrás que aprender a vivir con ello por primera vez en tu vida, yo ya me cansé de vivir bajo tus reglas. — extendió la mano hacia Mira y ambas se alejaron nuevamente.
Viktor se quedó callado por un momento, midiendo sus palabras, Natasha no esperó su respuesta, comenzó a caminar hacia la casa, dejando atrás a su padre, los guardias y la pesada noche que había marcado un punto de no retorno en su relación con él, había decidido que era hora de tomar el control de su vida, sin importar las consecuencias.
Natasha entró a la casa con pasos decididos, el eco de sus tacones resonando en el mármol del pasillo vacío, a pesar de que la fiesta continuaba en el jardín, ella ya no tenía ganas de seguir adelante con lo que su familia había planeado. El peso de la noche había sido demasiado, necesitaba un respiro, algo que la alejara de la presión constante, de las expectativas y del control que sentía que todos imponían sobre ella. Al llegar a la cocina, se dirigió rápidamente al refrigerador, tomando una botella de agua fría, abrió la tapa y bebió con ansias, el agua refrescando su garganta y ayudando a calmar el ardor de la frustración que había acumulado durante toda la noche, mientras se recargaba contra la encimera, su mente no dejaba de dar vueltas.
— Te esperaré mañana para hablar, amiga... — Mira finalmente rompió el silencio — No dejes que esta noche te detenga, lo que hiciste fue valiente. — la rodeo con sus brazos.
— Yo te escribo mañana temprano, gracias por quedarte conmigo. — Natasha correspondió aquel fuerte abrazo.
Los padres de Mira la estaban esperando en la entrada de la mansión, la noche y la celebración ya habían llegado a su final, los invitados estaban comenzando a retirarse. Al terminar el agua, Natasha dejó la botella vacía sobre la mesa y por un momento se quedó quieta, mirando a través de la ventana de la cocina y entonces la llegada de su madre interrumpió sus pensamientos.
— No hagas más escándalos, Natasha, este compromiso es importante para todos, no hagas que tu comportamiento arruine todo. — dijo Olga sin siquiera preguntar cómo estaba.
— Importante para todos menos para mí, a ninguno de ustedes les importa lo que yo siento o pienso. — se dio la vuelta para ver a su madre.
— Tu padre sabe por qué hace las cosas, todo es en beneficio para ti y en beneficio para tu futuro... — se cruzó de brazos — ¿Es tan difícil entender eso? Entraste a la universidad y comenzaste con ideas de querer formar tu propio camino, como si eso fuera posible con la carrera que llevas y siendo mujer, nadie te va a tomar realmente en serio, menos soltera. — esas palabras le hirieron profundamente.
— Parece mentira que seas mi madre y que me desvalorices de esa forma tan cruel. — una lagrima se deslizo por su mejilla.
— Ves que no eres capaz de soportar palabras duras, con un buen esposo a tu lado no tendrías necesidad de enfrentar palabras tan crueles como las mías provenientes de desconocidos... — Olga sonrió con dulzura y se acercó a su hija — Te amo y mamá siempre sabe lo que te conviene, obedece y veras que serás feliz. — le limpio las lágrimas antes de besar sus mejillas.
El corazón de Natasha latía con fuerza mientras escuchaba las palabras de su madre, cada una como un golpe directo a su orgullo y su independencia. "Ves que no eres capaz de soportar palabras duras..." La voz de Olga resonó en su mente, como un eco interminable. Se alejó de rápidamente de su madre, una mezcla de frustración y enojo reflejada en sus ojos, las lágrimas que Olga había limpiado apenas un momento antes parecían resurgir, pero no por tristeza, sino por la impotencia que sentía al escuchar esas palabras. "Un buen esposo..." ¿Qué tenía que ver eso con su vida, con su felicidad? Olga, con su sonrisa maternal, se acercó de nuevo para acariciarle la mejilla, esa misma suavidad que siempre usaba para calmarla. "Obedece y verás que serás feliz." Esa frase era la gota que colmaba el vaso, lo que rompía el último hilo de paciencia que Natasha intentaba sostener.
Natasha se apartó de su madre nuevamente, sin poder disimular el enojo que se acumulaba dentro de ella ¿Qué se creía? ¿Que de verdad podía decirle que obedeciera sin más, que se casara, que viviera bajo las normas que ella misma había seguido toda su vida? Eso no iba a pasar.
— ¡No! — La palabra salió de sus labios con firmeza, su voz temblorosa por la rabia, pero decidida.
— ¿Por qué te empeñas en hacer las cosas difíciles, Natasha? — le dijo, aún sin perder la dulzura en su tono, como si todo fuera un simple malentendido.
Pero para Natasha, ese momento ya no era un malentendido, era el final de todo lo que había estado soportando en silencio, cada día, cada consejo, cada palabra que la reducía, que le decía lo que debía hacer para ser "feliz", lo único que lograba era ahogar su propio ser, su identidad.
— No voy a ser feliz a costa de mi libertad... — se apartó mucho más — No voy a seguir viviendo bajo tus reglas, mamá, ni bajo las reglas de papá, no necesito que alguien me diga qué debo hacer para ser feliz. — Olga, con el rostro algo desencajado, no sabía cómo reaccionar.
Parecía no entender que Natasha había llegado a su límite, con una mirada vacía y un suspiro pesado, intentó tomar su mano, pero Natasha la apartó nuevamente.
— Eres tan terca. — negó con la cabeza.
— No lo entiendes ¿Verdad? — Natasha dijo, esta vez con un tono más bajo — No soy tu muñeca, no soy lo que tú y papá esperaban, ya basta. — se frotó el puente de la nariz.
A pesar del amor que Natasha sentía por su madre, esas palabras representaban una verdad dolorosa, era hora de ser dueña de su propio destino, sin importar cuán difícil fuera enfrentar la desaprobación de los demás, Olga no dijo nada más, pero la tristeza en su mirada era evidente, Natasha la dejó allí, en silencio y se dirigió hacia otra sala, sabía que enfrentarse a su familia no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que hacía lo correcto.
El corazón de Natasha aún latía con fuerza por la confrontación con su madre cuando, de repente, escuchó pasos detrás de ella, sabía exactamente quién era sin necesidad de volverse, pero igual lo hizo y allí estaba Alexei, mirándola con una sonrisa que ella ya conocía, una sonrisa que siempre tenía cuando intentaba que todo pareciera normal entre ellos.
— Natasha. — dijo, acercándose con una mirada que pretendía ser dulce, pero ella podía leerlo perfectamente, él solo quería seguir controlando su vida.
— ¿Qué quieres, Alexei? — su voz sonó más fría de lo que había planeado, pero ya no le importaba.
No quería estar cerca de él, no quería seguir reviviendo esa pesadilla que había sido su relación, él ignoró por completo el tono cortante de su voz y dio un paso más cerca, Natasha retrocedió, pero Alexei no dejó espacio entre ellos, se acercó aún más, hasta que la distancia entre ambos se redujo al mínimo, su aliento caliente tocó su piel y Natasha sintió una presión creciente en el pecho.
— Lo que pasó en la fiesta, lo olvidamos ¿De acuerdo? Todo esto es solo una confusión, sabes que eres mía, que lo hemos sido siempre. — la expresión de Alexei era arrogante, como si aún tuviera derecho sobre ella, como si lo que había sucedido antes entre ellos lo convirtiera en dueño de su vida.
— No soy tuya, Alexei, hace muchos años lo deje de ser. — su voz era un susurro, pero firme.
Lo miró con todo el desdén que sentía en ese momento, esperando que lo entendiera, pero Alexei no parecía dispuesto a aceptar la respuesta, con una rapidez inesperada, dio un paso más hacia ella, intentando tomarla de la cintura y acercarse para besarla, Natasha, sorprendida por su audacia, se apartó bruscamente, empujándolo con fuerza.
— ¡Déjame! — gritó, su rostro ardía de indignación.
Alexei la miró con sorpresa, pero rápidamente se recuperó, pensó para sí mismo que solo eran los nervios de ella, fue lo que Viktor le dijo después de haberla encontrado, su expresión cambió a una más astuta, un intento de manipulación más.
— Vamos, Natasha, no me hagas esto. — intentó nuevamente sujetarla, pero ella no estaba dispuesta a dejar que todo volviera a la normalidad en sus términos.
No podía permitirlo, de un movimiento rápido, empujó su mano hacia él, empujándolo hacia atrás, su cuerpo estaba tenso, sus puños apretados, no iba a permitir que tomara control de nuevo.
— ¡Basta, Alexei! — su voz fue más firme que nunca — Ya no tienes poder sobre mí, no eres nadie para decirme lo que debo hacer o cómo debo sentir. — por fin, al ver que Natasha no cedía, Alexei la miró con una mezcla de rabia y desconcierto.
— ¿Cómo puedes ser tan difícil? — en su interior sabía que estaba perdiendo el control y eso era algo que no pensaba tolerar.
Sin decir una palabra más, Natasha lo miró con desprecio, luego giró sobre sus talones y salió de la sala, sin mirar atrás, sabía que tenía que alejarse de todo eso, alejarse de Alexei, de la presión de su familia y, finalmente, de las expectativas que le habían impuesto durante tanto tiempo, ya no era la misma de antes, ya no iba a permitir que nadie, ni siquiera él, decidiera su destino.