Han pasado un par de semanas después de aquella conversación con Lena, ese día no pude decir nada más y la suerte estuvo de mi lado. Un par de damas que conocieron a Lucero por nuestras visitas en el embarazo de Lena, me recordaron al pasar, insistieron en saludarme y mantener conversación por lo menos por los treinta minutos que Lena pudo esperar sin reprocharme con la mirada mi intención de olvidar todas las promesas que una hora antes le hice, solo con la intención de escuchar aquella promesa que le hizo a Lucero y que ahora hace parte del cuadro de eventos y situaciones que mantiene mi insomnio. Luego de esperar que finalmente yo decidiera hablar, se bajó del auto y se marchó. No pude seguirla por que no tenía la fuerza mental y ni siquiera sé aún que decir. No puedo procesar el hech

