Carlos escuchaba atentamente, su respiración era cada vez más agitada. Isabel notó cómo su hijo se removía incómodo en el sofá y también notó cómo su entrepierna estaba sumamente mojada. Estaba disfrutando la experiencia, por el vínculo y confianza formado con su hijo, pero a cada momento que pasaba, se le antojaba más y más estar a solas. "Lo cierto es que Ernesto y yo nos vimos un par de veces más después de eso," continuó Isabel, su voz bajando a un tono casi conspiratorio. "Una vez me invitó a un viaje de negocios a París y me hizo que se la mamara en el jet privado… fue una gran experiencia, sobre todo porque aprendí mucho sobre el negocio de las bienes raíces, fortalecí mi carrera y asenté las bases de… bueno, el presente que tenemos ahora” Isabel estaba cachondísima. Y Carlos igua

