Obedecí y me senté cómodamente a la espera, frente a mí, ella se afanaba en prepararme algo de “picoteo” y un vermut blanco.
Para mí era un placer ver cómo trajinaba en la cocina mientras yo estaba, cómodamente sentado, en el amplio sofá frente a una mesita baja. En mi cabeza volvían las imágenes de cuando yo era recién casado en que todo era de color de rosa, pero de eso hacía mucho, en cambio la figura de Ángela no tenía nada que ver con mi ex, mi compañera era más sexi, me lo había demostrado gratuitamente y eso me ponía bruto.
En un momento que ella se agachó para abrir el horno me di cuenta de que en la falda, entre las nalgas, se le marcaba el bulto del rabo del juguete que llevaba colocado, mis dedos acudieron instintivamente al móvil y pulsé un nivel bastante fuerte, inmediatame
