El día siguiente, como adivinarán, me levanté con una energía inusual y explosiva. Seguí la rutina establecida el día anterior: fui a su cuarto para esperarla mientras se cambiaba… Y bueno: Mamá salió envuelta en una toalla, justo como el día anterior. En cuanto entró al cuarto me miró, con una mirada matadora y vivaz. Se despojó de su toalla, dejando al descubierto el pedazo de cuerpo que me enloquecía: senos, nalgas, caderas, piernas... Todo moldeado y definido de manera perfecta.. Comenzó a secarse con ella el cuerpo, ese cuerpo que resistido al embate brutal del tiempo con dignidad y orgullo, para erguirse frente a mis ojos con una belleza contundente. Ella me miró a través del espejo, y como si entendiera la situación, empezó a actuar como si yo no estuviera ahí, simplemente siguió s

