Mi hermana Laura y yo seguimos disfrutando de nuestra relación "estrecha" en la casa de nuestros padres. Si estábamos en el sofá viendo la televisión y yo metía la mano en sus pantalones, la mayoría de las veces ella se desabrochaba o bajaba la cremallera para mí, abría las piernas y se acomodaba sobre mi mano.
Por el contrario, había mañanas ocasionales en las que me despertaba con su boca húmeda sobre mi polla mientras me bebía hasta secarme y luego se inclinaba para besarme y decía: —Necesitaba un poco de vitamina E esta mañana.
Sin embargo, todavía amaba su trasero perfecto sobre todo, y había muchas mañanas en las que se quedaba de pie en la cocina con su bata hablando tranquilamente, con su trasero a pocos centímetros de mí mientras yo me sentaba a la mesa y "exploraba" ese culito
