La cena fue tensa, por decir lo menos. Observé a Javier y Karla intercambiar miradas nerviosas, sus manos temblaban ligeramente al sostener los cubiertos. Era evidente que la ansiedad por las pruebas que les esperaban esa noche los consumía por dentro. Javier masticaba mecánicamente, su mente estaba claramente en otro lugar, mientras Karla apenas tocaba su comida, empujándola de un lado a otro del plato. Alejandra, por su parte, intentaba mantener una fachada de calma, pero yo podía ver a través de ella. Su risa sonaba forzada, y de vez en cuando, su mirada se perdía en la distancia, sin duda contemplando el castigo que le aguardaba. Sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre la mesa, traicionando su aparente tranquilidad. En contraste, Alma y yo éramos como islas de serenidad en medio

