Estaba perdida, el tiempo se había acabado. Podía sentir su aliento sobre mí, follándome con tanto abandono. No sabía dónde estaba. Un mar de espuma.
Necesitaba que se corriera y comencé a arrullarle en el oído: "Córrete dentro de mí, nena. Córrete dentro de mí, amor. Córrete para mí. Déjame comer tu semen".
Esta corriente de palabras.
"Eres mía", gemía. "Mía".
"Soy tuya, cualquier cosa, me necesitas. Necesitas tu pequeño juguete s****l".
Y él gruñó: "Eres MI juguete de mierda".
"Sí. Toma mi coño. Es tuyo. Tuyo. Puedes poner tus manos en mis pantalones cuando quieras. Me deseas, deseas este coño".
"Oh Sara, Dios, yo..."
"Hoy no hay bragas. Fóllame, sí. Vamos. Te gusta mi coño, dame tu polla, la quiero, métela dentro de mí. Tan profundo, ah, ah, ah. Córrete dentro de mí".
Me golpeó
