Sola en mi dormitorio, no podía deshacerme de la persistente excitación de las actividades de la noche anterior y la conversación con Tom. Los recuerdos de experiencias pasadas y encuentros apasionados se repetían en mi mente, avivando las brasas del deseo. Sabía que necesitaba liberarme antes de afrontar el día que tenía por delante. Deslicé la mano bajo las sábanas y dejé que mis dedos bailaran sobre mi piel sensible, acariciando y explorando cada centímetro de mi v****a húmeda. Una pizca de sal permaneció en mis labios mientras mordía, intentando reprimir mis gemidos cada vez más intensos. Cerré los ojos y dejé que las imágenes eróticas volvieran a inundar mi conciencia. Hacía demasiado tiempo que no experimentaba las caricias electrizantes de otra persona, pero por el momento, mis pro

