Deslicé una mano entre nuestros cuerpos unidos, mis dedos encontrando su clítoris hinchado. Comencé a frotarlo en círculos, sintiendo cómo Mar se estremecía encima de mí. Sus gemidos se volvieron más agudos, más urgentes. —Si, mi vida, ¡Así! Sentí cómo sus músculos internos comenzaban a contraerse alrededor de mi pene, ordeñándome, llevándome al borde. Con un grito ahogado, Mar alcanzó su clímax, su cuerpo temblando violentamente sobre el mío. La sensación de sus paredes apretándome fue demasiado. Con un gruñido gutural, me dejé ir, mi orgasmo explotando a través de mí como una supernova. Chorro tras chorro de mi semilla caliente llenó su interior, mientras las réplicas de su propio orgasmo continuaban sacudiendo su cuerpo. Nos quedamos así, jadeando, nuestros cuerpos entrelazados y cu

