Cuando el ruido de la soledad se instauró, Daniel quedó atrapado en el temblor de su propio corazón. Pensó en ese nombre.Un nombre que le resultaba desagradable.No. No era solo eso. Era una rabia inconmensurable. A veces, los hombres reaccionan con violencia desmesurada, como si fuera un cliché. Pero Daniel estaba solo. Nadie lo juzgaba. Podía ser ese oscuro-él, el que nunca se permitía mostrar. Ese nombre: "Víctor". Cada vez que lo pronunciaba en su mente, su cuerpo respondía golpeando la pared con fuerza. Haciendo retumbar el silencio de su departamento. Se imaginaba a Natalia, atada.Usada por varios. El pensamiento le revolvía el estómago, le ardía en la sangre. Pero... ¿De qué servía golpear una pared? No podía revertir lo ocurrido.No podía cambiar el pasado. Solo quedaba a

