Descansaron un rato, abrazados en la cama. Después siguieron guardando las pertenencias de Natalia. Esa noche durmieron juntos y volvieron a amarse. Al día siguiente Lucía estaba deseosa de contarle a Olga lo de la caja de juguetes, así que la esperó a la salida de una de las clases. Cuando Olga la vio deseó poder abrazarla y comérsela a besos. Estaba preciosa, con una blusa blanca y una falda a cuadros. Pero se contuvo. No quería habladurías. Si fuesen un hombre y una mujer no pasaría nada. La sociedad es tan....tan... -Hola Lucía. -Hola Olga. ¿Cómo estás? -Ahora que te veo, mucho mejor. ¿Y tú? -Muy bien - le dijo sonriendo. Luego, mirándola fijamente a los ojos, le preguntó- ¿Vamos a tu casa? Olga suspiró, aliviada. Temía que lo de ayer fuera sólo cosa de un día. Que Lucía se arre

