Y entonces su palabra se hizo ley.
Isabel había decretado que toda actividad s****l entre ambos se limitaría a las noches, un recurso desesperado para mantener la mínima rutina a la que intentaban aferrarse durante estos cada vez más monótonos días.
Por ejemplo, a la noche siguiente, Isabel estaba dándole una mamada de campeonato, engullendo la v***a hasta la base y masajéandole los huevos como dios manda.
—Pfff, qué rico la chupas, mami — dijo Carlos echando la cabeza hacia atrás y acariciándole el pelo a su madre.
—¿De verdad? ¿Mami te la mama bien? — preguntó Isabel, sacándose la v***a de la boca y dándose suaves golpecitos en el rostro con ella.
Carlos regresó la mirada a los ojos de su madre, donde había un hambre pura y sincera.
—Definitivamente — dijo Carlos, estremeciéndose p
