—Ahora es tu turno — dijo Alejandra, refiriéndose a Carla, quien la miraba con ojos suplicantes y una mejilla enrojecida, culpa de la propia Alejandra—. Javier, acuéstate boca arriba y tú, Carla, híncate sobre su cara. Javier y Carla obedecieron sin dudar las órdenes de Alejandra. Una vez en posición, observé cómo sus cuerpos desnudos se entrelazaban en una danza erótica. Javier se recostó sobre su espalda, su pecho bombeaba con anticipación. Carla, con movimientos gráciles pero nerviosos, se posicionó sobre él, sus muslos enmarcaban su rostro. Alejandra se paró frente a Carla, su figura imponente proyectaba una sombra sobre los otros dos. Con un movimiento brusco, enredó sus dedos en el cabello de Carla, tirando su cabeza hacia atrás. Los ojos de Carla se abrieron de par en par. —Ahora

