Cuando la oveja se come al lobo

3547 Words
Todo estaba perfectamente planeado, se decía a sí mismo Seth Meuric, que se encontraba recostado sobre una cómoda cama king size mientras cubría su desnudez con una fina y delgada sábana de seda color zafiro como sus ojos, la emoción que sentía por humillar a aquella azabache de piel nívea lo había excitado de más y solo tuvo que marcar un número al azar de su larga lista de contactos para conseguir con quién desahogar aquella necesidad primaria, después de todo, no había mujer que se le pudiera resistir, claro, su divertida tarde terminaba como estaba acostumbrado, había tenido que soportar el cursi lloriqueo de quién fue su entretenimiento esas horas, al haber rechazado de la peor forma a la chica que momentos antes había confesado su amor por él, siempre era lo mismo, mujeres aburridas que juraban sobre su nombre amarle más que nadie en el mundo, aquello, por supuesto, era una gran mentira, nadie podía amarlo porque él no amaba a nadie, la vida se vivía mejor de esa manera, tenía suficiente dinero para pagar por risas y por lágrimas, su poderosa herencia le aseguraba un inminente triunfo sobre cualquiera y era, además, un hombre apuesto, no veía necesario amar ni que lo amarán, tenía todo cuanto cualquier ser con sangre en las venas pudiese desear. Meditaba, cómo solía hacer, en la soledad de su lujoso apartamento, había abierto ya la regadera para darse un buen y merecido baño, el agua resbalaba por su piel de canela dejando pequeños ríos que se marcaban entre su abdomen perfectamente trabajado, si, ese era Seth Meuric, el chico más malditamente sexy de todo Brunel, se consideraba a sí mismo como un s*x symbol, el no necesitaba de cosas cursis y patéticas como el amor para sentirse pleno, sexo, dinero, belleza, lo tenía todo, no había nada que él no pudiera obtener, mujer que le gustaba era mujer que se llevaría esa misma noche a su cama, y era todo cuanto creía, necesitaba. Terminado aquel placentero baño, comenzó a vestirse, había planeado su perfecta venganza en contra de aquella insolente mujer que se había atrevido a mirarle hacia abajo, el traje Armani color n***o con la camisa azul rey de la misma marca, lo hacían lucir como lo que se consideraba, decidió no usar corbata y dejar los primeros botones de su camisa desabrochados para hacer notar lo que esculpía en el gimnasio, sus zapatos de vestir lucían impecables, se colocó el reloj Rolex que solo usaba en ocasiones "especiales" y se acomodó su largo y trenzado cabello a un costado, dios, al verse al espejo lucia endemoniadamente sexy, y esa noche se prometió, burlarse de la joven que tuvo bien ocupada su mente durante toda una maldita semana y sintió alivio de que su orgullo finalmente sería vengado, prometiéndose eso, se encaminó hacia el lugar de la recepción dónde culminaría su pequeña venganza.   En el departamento de Jeanne Jhonson, dos jovencitas se reían y terminaban de arreglar los últimos toques de sus atuendos para esa noche, Jeanne había solicitado permiso a su amado jefe Alexander para poder asistir con su amiga y hermana a la que sería la primera fiesta que tendrían como universitarias, las dos brillaban por la emoción y hacían tanto escándalo que terminaron siendo regañadas por el pequeño hermano de la bella azabache ya que no le permitían concentrarse en su tarea, la tía de aquella joven vivía con ellos, y estaba más que feliz por poder estar allí viendo a su amada sobrina tan dichosa y emocionada, sabía bien que Jeanne no salía mucho y era reconfortante saber que al menos una noche, la jovencita podría olvidarse un rato de todo aquello que siempre la agobiaba y ser como cualquier chica de su edad, no había podido ayudar a sus sobrinos los dos primeros años después de que su madre murió por que su familia se lo impedía, pero al ser mayor de edad, pudo ser libre de hacer lo que quisiera y se mudó al pequeño departamento que el buen Alexander les presto para tener un techo donde vivir y estar juntos. - Bien Jeanne, ¡Estamos listas! - dijo la también emocionada Sasha a su hermana del alma que se miraba al espejo sin creer el cómo lucia. La hermosa azabache lucía un vestido estraple de vuelo en la parte baja color vino que le llegaba unos dedos arriba de las rodillas, este, enmarcaba muy bien su abultado busto y su estrecha cintura, la espalda descubierta de la joven lucia sedosa, sus alargadas y torneadas piernas se hacían notar más gracias a los tacones color dorado que llevaba puestos, su escote en forma de corazón hacia ver parte de su bien formado busto y era sutilmente ocultado por el hermoso collar dorado con piedras a juego del color de su vestido, su larga cabellera la llevaba suelta, solo un par de dorados sujetadores a los lados hacían caer su cabello en una bella cascada de ondulados mechones, el sutil y jovial maquillaje le daba el toque y perfecto final a la ya de por sí bella chica, lucia majestuosa. La bella castaña, llevaba un vestido entallado al cuerpo en color n***o, era de corte estraple también, pero lo descubierto de su espalda llegaba hasta donde terminaba la misma, unos tacones rojos y un collar a juego del mismo color, así como su cabello sujeto en una cola alta y el maquillaje tipo smoking que llevaba le daban un toque sensual, ambas lucían hermosas. - ¡Jeanne! ¡Ha llegado el joven Alexander por ustedes! Bajen ya y no lo hagan esperar demasiado - escucharon el gritó de la tía Zara llamarlas desde la puerta. - ¡Vamos enseguida tía! - respondía Jeanne mientras ambas jóvenes tomaban sus carteras para salir rápidamente a su primera fiesta de universidad. Un perplejo Alexander abría sorprendido sus labios y ojos al ver lo fatalmente hermosa que lucía la joven que le robaba el aliento. - ¿Verdad que luce como una diosa? - le pregunto divertida Sasha al notar la mirada del joven peliblanco que parecía haber dejado de respirar al ver a la azabache con esos atuendos... - La ropa es mía pero definitivamente le luce mucho mejor a Jeanne - dijo entre risas la castaña mientras animaba a su amiga a salir del trance en el que quedó atrapada al notar la mirada de aquel hombre que amaba desde hacía algunos años atrás. - Luces increíble Jeanny - contesto tragando saliva el peliblanco notablemente nervioso al ver la visión de su amada niña como si le llegará del cielo... definitivamente había dejado su niñez atrás para convertirse en una mujer realmente bella. - Gracias - contesto la azabache muy apenada y sintiendo sus mejillas arder al ver la reacción de Alexander, un cosquilleo en su vientre y corazón que sentía la quemaban, la hacían reafirmar una vez más lo enamorada que estaba del hombre que más la había apoyado y protegido, solo a él le permitía ver sus lados secretos, su fragilidad o timidez y eso, la hacía sentirse bien con ella misma. - Adelante princesas, por esta noche seré su chófer y guardaespaldas, conmigo estarán seguras - dijo en tono divertido el peliblanco que aún sentía un ardor recorrer su cuerpo al ver tan perfectamente hermosa a la jovencita que le había arrebatado el corazón del pecho desde hacía tiempo.   El trayecto había transcurrido entre risas y bromas, el trio de jóvenes ya habían acordado que Alexander regresaría por las chicas a las 12 am que terminaba la fiesta, Sasha tenía su propio auto, pero desde que destrozó parte de la defensa por ir distraída con el celular, sus padres le habían retirado la licencia por tiempo indefinido como castigo al ser el tercer coche que la joven destrozaba, en un momento, se encontraron afuera del antiguo edificio en el campus dónde se llevaba a cabo la celebración de bienvenida, las chicas se despidieron del sumamente apuesto Alex quien acababa de caer en cuenta al darse un duro golpe con la realidad...todos los asistentes de esa fiesta verían de la misma manera que él, incluso lasciva, a la dueña de su corazón...y con ese pensamiento en mente, se metió de nuevo en su coche y se encaminó a algún lugar cercano a esperar la hora de recoger a las jovencitas.   Dentro del recinto, se encontraba ya Seth Meuric, que esperaba ansioso la llegada de la joven que había arrebatado sus pensamientos durante más tiempo del que podía y quería soportar, se vengaría, y aunque su mejor amigo le repetía mil veces que era una estupidez querer joderle la vida universitaria a una chica que no quiso nunca chocar con él y a la cual el mismo había insultado teniendo como resultado las palabras e indiferencia que la joven le mostró, no, definitivamente no podía dejarlo pasar, para su amigo era una tontería...para él era su orgullo, algo que no dejaría que nadie pensará que podían pisotear...ya no. El lugar desbordaba elegancia, decoraciones plateadas y con un símbolo de lobos y media luna se miraban por todo el espacio, se notaba que el encargado de la fiesta de ese año se había esmerado en que todo luciera perfecto. - Los Billinghurst se encargaron de la celebración de este año - dijo Sasha al observar el símbolo presente en todas las decoraciones del lugar. - ¿Los Billinghurst? - pregunto Jeanne. - Si, es una de las 5 familias, ya te conté una vez de eso - respondía Sasha arrastrando a su amiga dentro del lugar sin notar ambas chicas que un par de ojos color zafiro las observaban al fondo del recinto. Seth no podía creer lo que veía, aquella chica estúpida de toscos modales y que lo había ofendido, lucia como una reina, no pudo evitar notar su grande y bien formado busto, lo estrecho de su cintura, sus largas y torneadas piernas y su desnuda espalda que dejaba ver una sedosa y tersa piel, sin perder detalle de su largo cabello y el hermoso rostro que lucía divertido. - Maldita, ¿Como te atreves a mostrarte así? - se dijo más para sí mismo Seth, sintiendo un tirón en su entrepierna. - Vaya, ya llegó mi dulce Sasha, Seth, ahora te dejo, que no pienso dejar a mi chica a la deriva en medio de este montón de lobos - dijo Arthur al piel canela que apenas si le puso atención al estar su mirada clavada en la azabache que ya arrancaba los suspiros de muchos estudiantes que la miraban de muchas formas. - ¿Así que lobos eh?, Esta noche yo seré el lobo que se comerá esa oveja y después exhibiré su desollada piel - río y dijo por lo bajo Seth Meuric, sin despegar su vista de la deliciosa presa que ya le había robado bastante de su atención desde aquella mañana que chocaron en aquel infortunado primer encuentro. Un peliplata recién llegaba al recinto donde se llevaba a cabo la celebración a los alumnos, que como el, eran de nuevo ingreso, dio unos cuantos pasos desde la entrada al interior del lugar y su celeste mirada se clavó en la figura de una hermosa mujer que reía divertida junto a una castaña y un moreno de ojos azules que él conocía muy bien al ser cercanas sus familias, la belleza de aquella joven se había robado la atención de aquel muchacho de plateados cabellos, el chico llevo una de sus manos hacia su frente removiendo hacia un lado mechones, sin notar que muchas jovencitas de aquel sitio lo miraban como si estuvieran viendo un sueño, y como no? la piel ligeramente bronceada del apuesto joven contrastaba con su plateada y larga cabellera, la entallada camisa negra Oscar de la Renta le lucia espectacular pegada a su bien formado cuerpo, el pantalón n***o de la misma marca y la corbata descolocada color roja, sumado a su fruncido ceño, le daban un aire sexy y rebelde, sin pensar muy bien porque, camino hacia donde estaba ese trio de jóvenes del cual la joven de piel nívea se había robado su atención.  - Sera una noche divertida después de todo – dijo aquel joven de animados ojos celestes al entrar en aquel lugar, posando sus ojos en la hermosa azabache que desde que llegó se robó de inmediato su atención. - Hola Arthur, Sasha - saludo en todo despreocupado el peliplata clavando sus ojos en aquella jovencita que le regalaba una hermosa sonrisa sin siquiera conocerlo, cosa que hizo que un leve sonrojo se asomara en las mejillas del joven de aire rebelde. - Vaya, pero si es Edward Billinghurst, entonces los rumores en el circulo eran ciertos, vuelves del extranjero a estudiar a tu país, vuelve el hijo prodigo a casa, ¡Bienvenido! - dijo entre burlas y alegría el moreno de azules ojos abrazando al peliplata que reía divertido a su amigo que correspondía su abrazo, Edward y él siempre se habían llevado bien, solían intercambiar videojuegos en las aburridas reuniones de su círculo social cuando eran más jóvenes. - Así es Arthur, estaré lo que dure la carrera en Londres, cuando termine, deberé ocuparme de las empresas de mi padre en Estados Unidos, ya sabes, William, es su primogénito y por ende su sucesor en las empresas principales - dijo con cierto resentimiento el joven de cabello de plata. - No me piensan presentar a su amiga? - dijo Edward lanzando miradas a la hermosa joven que se encontraba con sus viejos amigos. - Claro que tonta soy jaja, ella es Jeanne Jhonson, mi mejor amiga y casi hermana - dijo orgullosa Sasha que no tardo en notar las miradas que el joven de ojos celestes le lanzaba a su amiga y esta, como siempre, no parecía notarlo. - Un verdadero placer conocerla, señorita Jhonson - beso la delicada mano de la hermosa joven aspirando disimuladamente el olor de su perfume. - El placer es mío mí Edward, puedes llamarme Jeanne, cualquier amigo de mi querida Sasha es un amigo mío - sonrió con calidez al chico que le recordaba ligeramente a su amado Alexander, no podía negarse que el parecido era sorprendente, pero la mirada era muy distinta entre ambos, la de aquel chico hablaba de cierta altivez y arrogancia, y la de su amado era suave y cálida, al menos, esa era la mirada que del peliblanco conocía.  La escena era observada con atención por Seth Meuric, que, de solo ver al joven peliplata se sentía irritado, ya era bastante saber que asistía a una fiesta organizada por el pomposo hermano mayor del idiota que estaba conversando amenamente con la azabache que había logrado levantar su virilidad por ser tan jodidamente hermosa, solo quería desquitarse ya de la estúpida y sensual mocosa que lo había humillado antes, soportar a un Billinghurst era demasiado, soportar a los dos hermanitos era insoportable, la familia Meuric y los Billinghurst nunca se habían llevado bien, sostenían una relación cordial por mero deber social, pero era bien sabido por la alta sociedad que eran rivales, había un viejo rumor por allí relacionado a cierta familia de la que nadie hablaba ya y que era considerada la más importante de las 5, pero cuyos miembros se mantenían en secreto desde hacía muchos años desde aquel desafortunado escándalo. Harto y sin querer retrasar más la única razón por la que estaba allí, se encamino hacia donde estaba el animado grupo de jóvenes que ya habían entrado en confianza, en verdad lo irritaba la presencia de los aquel par de hermanos, ya que el conocía muy bien la razón por la cual sus familias se odiaban. - ¡Arthur, hermano! - saludo con una fingida alegría el piel canela.  Arthur ya sabía que aquello solo significaba que era hora de comenzar con el ridículo plan de su casi hermano y por ende le saludaba de vuelta nervioso, cosa que no pasó desapercibida por la bella prometida del joven.  - ¿Dónde te habías metido?, me dejaste con tu ponche en la mano, ¡Hola Sasha y nada menos que el menor de los Billinghurst! - todos se sintieron incómodos con la obviamente forzada presencia de aquel piel canela, en especial una joven azabache que aún no olvidaba el insulto que aquel ojos zafiro le había amablemente regalado. La escena era observada por un joven de larga melena plateada y ojos celestes, que bien sabia aquello no era común, el unigénito de los Meuric tramaba algo, estaba seguro de ello, así que se quedó a una distancia prudente para poder reaccionar a cualquier cosa que fuera lo que tramaba el detestable Meuric, William no era estúpido, conocía muy bien a Seth, y era consciente que era capaz de cualquier bajeza. - Y bien, ¿No me piensan presentar a esta jovencita?, un gusto preciosa, soy Seth Meuric, siento no haberme disculpado contigo la ocasión vez, pero me tomaste en un mal día muñeca - dijo a la joven guiñándole un ojo, cosa que le provoco un desagradable escalofrió a la azabache que lo miraba con recelo, pero, educada como su madre y Alexander le inculcaron, extendió su mano al ojos zafiro.  - No tienes de que disculparte, un gusto, Jeanne Jhonson - respondía la joven con desdén al piel morena que le tomaba la mano y que aspiraba descaradamente el aroma de su perfume logrando hacerla sentir incomoda.  - ¿Te gustaría bailar?, siento que no me estoy disculpando apropiadamente contigo preciosa, y soy un caballero, no quiero dejar que tengas una imagen equivocada de mi - decía el piel canela que estaba muy seguro de que aquella chica ya estaba mojando sus bragas al estarle hablando así, su inflado ego no le permitía notar que aquella azabache se comenzaba a alejar sutilmente de su tacto.  Las miradas de varios jóvenes comenzaban a amontonarse alrededor de ellos dos, pues era sumamente extraño ver a Seth Meuric abordar a una chica, normalmente era al revés, y el ojos zafiro al notar esto, tomo por la estrecha cintura a la joven que había estado metida en medio de sus pensamientos durante una eternidad insoportable y que no conforme con hacerlo pensarla, lo había humillado y provocado en el deseos que no quería, con la atención de los presentes había llegado por fin el momento de regresarle el favor a la azabache.  - Lo siento, pero no me gusta mucho bailar, acepto tus disculpas Meuric, pero ahora si me disculpas, quiero disfrutar el resto de la velada junto a mis amigos - Jeanne aparto las fuertes y grandes manos del piel canela de sí misma pues no se sentía cómoda. Todos en aquel lugar miraron en silencio sorprendidos la escena que acababa de ocurrir, NUNCA nadie había rechazado al orgulloso Seth, Sasha soltó una risita que trato de disimular pero que fue bien escuchada por el ojos zafiro que la fulmino con la mirada haciendo que la joven castaña se estremeciera nerviosa y se ocultara tras Arthur por impulso, este, sin embargo, tampoco podía creer lo que acaba de pasar, pues él también estaba muy seguro que la joven nívea caería irremediablemente a los encantos que su mejor amigo solía utilizar para enredar a las jóvenes que solía desechar, Edward y William habían quedado anonadados y comenzaron a sentir una gran admiración por la joven azabache que sin realmente proponérselo, había derribado los planes maliciosos del joven canela que la miraba con sorpresa, furia y desconcierto, esa era la primera vez que rechazaban al sexy, ególatra  y orgulloso Seth Meuric. La tensión en el ambiente subía a niveles desbordantes, aquello ya no era una agradable fiesta de bienvenida, las miradas de los presentes en aquel lugar se clavaban en una pareja que yacía en medio del elegante salón, ambos, se miraban fijamente sosteniendo la mirada al otro, los murmullos comenzaban a escucharse, la azabache no comprendía la magnitud del rechazo que acababa de hacerle al piel canela en un lugar tan concurrido, y el joven Meuric, simplemente no podía creer que aquella altiva mujer de verdad estuviese rechazándolo y con ello, humillándolo frente a medio campus universitario, él ya tenía una reputación labrada desde hacía tres malditos años y esa estúpida mocosa acababa de arrojarla al suelo junto con su dignidad y orgullo. Sin lograr contener la cólera que ya lo invadía, un furioso Seth tomo las frágiles muñecas de la joven Jeanne, arrastrándola fuera de aquel salón de fiestas, siendo observados de manera temerosa por los presentes, los de grados más altos ya sabían bien que aquella frágil jovencita no acabaría bien parada de aquella furia que inocentemente provocó en el piel canela, muchos prefirieron desviar la mirada, pues retar a aquel joven era firmar una expulsión de la universidad, nadie podía ni quería defender a la joven que creían indefensa, aunque sí que sentían lástima por ella, un grupo de angustiados amigos corrió detrás de la pareja seguidos de un fastidiado William que estaba furioso por qué la velada que tanto se esforzó por preparar se había ido a la mierda por culpa del idiota de Meuric, no se hablaría de otra cosa al día siguiente más que del rechazo y tonterías de aquel ojos zafiro.
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