Julián.
Nombre completo: Liliana Torres
Dni: ********
Edad: 20
Fecha de nacimiento: 8/09/....*
Dirección: indefinida.
Estado civil: soltera.
Hijos/as: No
Estudios: cursando ultimo año de secundario.
Nacionalidad: Argentina
Leo y releo sin cansarme de sus datos, hace más de tres semanas que está acá y no tengo queja alguna de ella, siempre puntual y la nena impecable, pero aun así algo tiene que me asusta porque es una mujer muy misteriosa y que no demuestra nada, siempre está alegre y amable, no la he visto ni un día con cara amargada. Alterno mi vista entre sus datos y las fotos que le saqué junto con mi hija cuando la bañaba, María habla maravillas de ella y lo simpática que es, pero a mi no me habla y casi ni me mira, su coraje duró el primer día parece, pero eso mismo me permite poder mirarla intentando de sacar conclusiones de ella que no me han llevado a nada la verdad.
Lo que me tiene alterado es la indefinición respecto a donde vive, ¿Qué quiso decir con eso?, ¿Acaso no tiene donde estar?.
—¿Quién?. —guardo todo rápido en mi mesita de luz cuando tocan la puerta de mi cuarto.
—Ya estamos listas, lo espero abajo.
—Si. —miro la puerta sin sentido, escuchar su voz me desconcertó totalmente—. Vamos Julián... Es una mujer gorda y estúpida. —con ese nuevo ánimo que me auto impuse bajo, está poniéndole un gorrito de abrigo a la nena—. ¿No que ya estaban listas?.
—Si. —sus ojos no transmiten nada—. Ya.
—Vamos. —cuando la va a alzar del sillón me adelanto y la agarro yo—. Tú lleva el bolso.
—Si.
Vamos al auto y pongo a mi hija en su sillita, dejo la puerta abierta para que suba atrás, no pienso dejar que vaya adelante ya que la contraté para que este pendiente de mi hija nada mas. Por el espejo retrovisor veo que revisa el bolso, saca un cuaderno y acomoda unos papeles a medida que los lee, hoy es el primer control médico de Sofía, le pedí que me acompañe ya que ella pasa todo el día con mi hija y sabe todo de ella. Cada vez que la nena hace un pequeño ruido se gira de inmediato chequeando todo, la ropa, las mantas, que este bien acomodada, cosa que no deja de sorprenderme.
—Ya llegamos. —levanta la mirada hacia las ventanas.
—No me di cuenta. —sonríe mirándome.
—Ya sé... Te tuve que hablar o seguías sin saberlo. —se muerde los labios alzando las cejas como que debe pensar en si mandarme a la mierda o quedarse callada—. Yo llevo a mi hija.
—Si. —la saca de la silla pasándomela—. Espera... La manta.
—¿Cómo se la pongo?. —baja apurada con el bolso en una mano y las mantas del otro.
—Quédate quieto yo la tapo.
—Si. —la tapa completa, hasta la cabeza—. Se va ahogar.
—Si la dejo así si. —va acomodando la manta hasta que ya no me da esa sensación de que se va a ahogar—. Hay que esperar no sacar conclusiones rápidas.
—Mmnjjjj. —entramos a la clínica viendo que ya hay varios papás esperando con sus hijos.
—Voy a preguntar que debemos hacer. —me siento viéndola hablar con la chica del mostrador.
—¿Y?. —vuelve a mi lado enseguida—. ¿Qué te dijo?.
—Que deje el carnet de la nena en un canasto. —mira hacia todos lados hasta que se ríe—. Allá está. —va y vuelve enseguida—. No hay muchos... Por ahí no nos vamos a pasar la mañana acá.
—Ojala porque es enfermante.
Se sienta a mi lado mirando una revista, todos nos miran fijos y hablan entre ellos, Lili ni se inmuta pero yo estoy enojado, ya que en sus cabezas deben pensar que es mi mujer, ja... Esta vestida sin gracia y desabrida, lleva unos jean normal pero ajustado, zapatillas blancas bajas, un pulóver y se acaba de sacar el gorro y la bufanda mientras yo estoy de traje donde después de acá me voy al trabajo enseguida.
—¿Quieres que la agarre?. —sus ojos brillan cosa que me deja hipnotizado—. Julián.
—No, la tengo yo.
—Como me mirabas tanto pensé que querías que la agarre.
—¿Yo mirándote?. —mira hacia su otro costado y se gira sonriendo.
—Creo que tiene marido. —frunzo las cejas sin entender de que es de lo que habla.
—¿Quién?.
—La chica. —apunta con el mentón y recién ahí me doy cuenta de la chica del otro lado.
—¿Weishler Sofía?. —le cuesta decir el apellido.
—Acá. —levanta la mano parándose de un salto—. ¿Entro con ustedes o los espero?.
—Te traje para que entres.
—Si. —feliz va delante mío entrando primera y el médico la saluda—. Hola, soy Lili.
—Soy el doctor Olivares. —me estira la mano presentándose.
—Julián.
—Bien papás, tomen asiento. —nos mira riendo a los dos por la confusión.
—Soy la niñera. —el hombre la mira de arriba abajo y eso fue muy inapropiado.
—Bien. —no pasa de los treinta—. ¿Es el primer control no?.
—Si... Traje los datos del parto y todo porque no sabia bien que debíamos traer.
—Vamos a ver. —revisa todo un buen rato—. Necesito que la desnuden para pesarla y medirla... Ya vengo voy por las vacunas.
—Si. —la acuesta en la camilla para desvestirla.
—No hacia falta que digas eso.
—¿Qué cosa?. —la nena llora a medida que va quedando desnuda—. No llores preciosa es solo un momento.
—Lo de niñera.
—Es lo que soy... Jamás podría decir otra cosa.
—Pero él...
—¿Listo?. —se para a su lado y yo como resorte también.
—¿El pañal también?.
—Si... Tiene que estar desnuda.
La pone en una balanza y anota en una planilla todo, después la mide y comprueba sus articulaciones, palma su columna y también escucha sus pulmones cuando llora a todo lo que da, se ríe diciendo que tiene buenos pulmones, comprueba sus oídos y los reflejos.
—¿Toma pecho?. —sigue escribiendo y Lili le está poniendo el pañal—. Todavía no le pongas el pantalón que quedan las vacunas.
—Si... Sólo la remera.
—Bien. —le sonríe exageradamente haciendo que Lili se ponga incómoda ya con todas las sonrisas que le da—. ¿Toma pecho?.
—No... Solo mamadera.
—Bien. —agradezco que no pregunte el porque de no tomar pecho—. ¿Cómo duerme? ¿Contigo?.
—No, en su cuna creo.
—Si... En su cuna y debes en cuando conmigo.
—Es recomendable que hasta los seis meses duerman con los padres y se les dé pecho pero es decisión tuya. —al fin me mira la hablar—. Ahora a pincharla.
—¿Si le agarra fiebre qué hago?.
—Dicen que si le pones limón en donde los pinchan baja la fiebre.
—¿Quién dice eso?. —nos miramos dudando.
—Mi mamá hace eso con sus nietos y según dice funciona bien. —levanta un hombro—. Va a ser normal que levante fiebre pero si ves que es mucho la traes de inmediato ¿si?.
—Si. —la pincha en sus dos piernas haciendo que llore con mucha fuerza.
—Ya... Ya corazón.
—Ya puedes vestirla. —Lili con miedo y a la vez con rapidez le pone la ropa—. Está muy bien... Subió 600 gramos desde que nació y la medida está igual... Cuando cumpla los dos meses vuelven al otro control.
—Listo. —la alza cuando ya la vistió y hace el intento de calmarla—. ¿Vamos?.
—Si. —cuando estamos saliendo él la agarra de la mano y ella me mira con miedo pidiendo que se lo saque de encima.
—Un gusto Lili. —la empujo a mi lado mirándolo mal.
—Nos tenemos que ir.
*****
Lili
Menos mal que Julián me empujó para salir del consultorio o me iba a dar un ataque delante de todos, Julián no despega su mano de mi espalda guiándome a la salida de la clínica, pero su toque no me molesta ni me da asco como el del pediatra y eso que solo me agarró de la mano. En el auto me suelta pasándose la mano con fuerza por el pantalón como si quisiera sacarse la suciedad, ¿Está bien este hombre? No me creo la gran cosa pero tampoco tan poco como para ese gesto tan desagradable.
Cuando llegamos a la casa voy directo a prepararle una mamadera, tenia pensado hacerle una a penas saliéramos de la consulta pero pasó todo demasiado rápido y en el auto me daba miedo tirar algo y ensuciarlo, mientras la alimento busco a María para contarle como nos fue porque ella quiere saber todo solo que no está muchas veces para no invadir a Julián.
—Es una estúpida.
—No hables así Julián.
—¿Cómo quieres que hable? Si la hubieras visto me darías la razón.
—No puedo darte la razón en esto porque sé que no es así.
—No estabas ahí. —de verdad que está enojado, no sé de quién hablaran pero no me interesa—. No sé porque permito que cuide de mi hija. —¿Qué? Paro en seco al saber que habla de mi—. Es una incompetente... Estoy buscando a alguien apto y no una cualquiera.
—JULIÁN. —grita María—. No hables así... Estas criando a una mujer.
—Estoy hablando de la gorda esa no de mi hija.
—No se puede hablar nada contigo que siempre crees que tienes la razón. —Maria sale tan de golpe que no me pude esconder—. Lili.
—No pasa nada... Voy arriba.
—Espera, él...
—Después te cuento como le fue a Sofía.
—Si.
Paso la tarde en el cuarto, esos comentarios ya no me afectan en lo absoluto, los he escuchado tantas veces en la vida que son como halagos para mí, pero no voy a negar que me dolió el que insinúe que soy un mal ejemplo para la bebé, ¿Él viene a hablar cuando no pasa ni dos horas con la criatura? Pero por ahí tiene razón, ¿Qué le puedo enseñar a está nena? ¿A ser pisoteada y maltratada? ¿A quedarse callada y bajar la cabeza? Que busque a su persona competente sin problemas así como yo me voy a ir si me toca hacerlo.
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—Por Dios santo que no me sale. —digo con frustración.
—¿Qué cosa?.
—Esta cuenta de porquería. —me enoja mucho que no me sale y estoy hace tiempo con esto—. La voy haciendo cinco veces pero cuando la compruebo esta mal siempre.
—Déjame ver. —Gastón me saca la hoja—. Acá esta el error.
—¿Dónde?.
—Lo pusiste como positivo y es negativo. —levanto una ceja furiosa por el error tan estúpido.
—Soy una estúpida.
—No digas eso Lili. —lo dice con ternura.
—A todos nos cuesta... No te bajonees. —Cata no es nada tierna pero ya la conocí así que no me molesta.
—Esta bien... Un mal día eso es todo.
—¿Qué pasó?. —Gas me mira atento.
—Un idiota que se quiso pasar de vivo. —digo mintiendo donde no voy a contarles mis tonteras cuando deben tener sus propios problemas—. Listo... Ya me salió la maldita.
—Ya cálmate loca.
Cata va con nosotros a la casa de Gas para comer juntos, hacemos unas tartas y miramos unas pelis donde no somos de salir a bailar y esas cosas, esto es nuestra forma de divertirnos.
El despertador suena y lo odio con el alma, hago el intento de girarme pero atrás mío está Gas con su amigo firme y al frente tengo a Cata tirando baba a full, siiii, divinos; bajo como puedo de la cama y me voy al baño, mis ojeras se marcan como si no hubiera dormido nada, bueno, tres horas dormí, pero aun voy a trabajar que debo ir casi corriendo ya que no me gusta llegar sobre la hora ni menos tarde.
—Lili hermosa, ¿desayunaste?. —miro a María con agonía.
—Nooo... Estoy muerta de hambre y sueño. —se ríe con sutileza, nada que ver con mi risa de loca que por desgracia tengo.
—Ya te preparo algo porque tienes cara de cansada.
—Con un pan y agua soy feliz.
—No creo. —me giro y entra Julián sin mirarme—. Ya está mi café.
—Si, ¿Quieres café Lili?.
—No gracias.
—Pero te va servir para sacar el sueño.
—No me gusta el café. —los dos me miran fijo donde toman puro café—. Solo el capuchino y que sea casi leche.
—Te hago uno. —acaricio la carita de Sofía envidiando como duerme—. Y al final no me contaste como fue que te desvelaste.
—Me quedé mirando películas hasta tarde con mis amigos. —bostezo mientras digo lo último diciéndome que no lo hago más.
—Aja. —dice Julián y nosotras lo miramos—. La gente suele quedar muyyyy cansada cuando mira películas con los amigos.
—Julián por favor. —dice María y yo no entiendo nada de lo que pasa.
—Llévame el café a la oficina.
—Si.
María pone una taza al frente mío con unas tostadas con queso, pero solo me como una ya que no soy amante del desayuno, prácticamente me da lo mismo desayunar, si tengo hambre en la mañana con un pedacito de pan y un vaso de agua ya quedo lo mas bien hasta el mediodía.
Para distraerme un poco acomodo las cosas de Sofía en su cuarto, miro los pañales para ver si hay suficientes, también la ropa la acomodo bien y sin que nadie me viera le traje un peluche de un rosado súper chillón que en este cuarto a mi parecer, lo enciende un poco.
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—Liliiiiii. —Martina corre hacia mi a los gritos donde hace un mes que no nos vemos.
—Hola hermosa. —la alzo en brazos besándola.
—Mi papá no me traía mas. —me da risa el enojo que le da.
—Bueno... Pero ya estas acá ¿no?.
—Siiiii... Extraño jugar contigo.
—Chicas. —nos giramos hacia Esteban—. Lamento interrumpirlas pero en dos horas vengo.
—Bueno. —con una sonrisa se va—. ¿Qué hacemos? ¿Vamos a comer algo y después venimos, oooo jugamos y después comemos?.
—Mmmmmm... Comamos... Porque Sol cocinó y estaba re fea la comida. —nos reímos juntas ya que es toda la verdad, cocina asqueroso—. La mamá agarró la olla y tiro todo afuera.
—¿Tan fea estaba?. —digo dudando.
—Si... También tenia olor asqueroso.
Vamos a un lugar de Waffles que hay frente a la plaza y es lo más rápido que nos pueden servir, no comí nada desde que me levanté y por lo que dijo ella tampoco. Ahí me charla de todo, me cuenta que es lo que ha hecho y como le va en la escuela que eso se lo corregía yo y le explicaba todo lo que no entendía.
Estamos jugando sin descanso cuando me llega un mensaje de María.
María—. Julián necesita que cuides a la nena en la noche, ¿Puedes?.
Lili—. Si claro, ¿A qué hora voy?
María—. A las diez.
Lili—. Ahí voy a estar.
María—. Gracias.
Esteban llega por Martina a la hora que dijo, con pesar la veo irse ya que no la voy a volver a ver hasta dentro de siete días, los domingo acordamos en que también nos veamos pero mañana tiene un cumpleaños de un primo por eso no nos vamos a ver.
Llego a la casa de Gas y no está, lo llamo al celular pero no atiende, me voy a bañar y cuando salgo limpio y ordeno un poco, mañana cuando llegue lo único que quiero hacer es estar acostada todo el día no ponerme a limpiar que por lo general hago eso los domingos donde los otros días son muchas horas las que trabajo. Agarro mi único bolso y reviso todo, soy de esas mujeres del "Por si las dudas" ósea mi bolso esta siempre lleno y pesado. Como Gas no se a aparecido ni contestado ninguno de mis mensajes le escribo una nota donde dice que me tocó trabajar así no se asusta, la dejo en medio de la mesa y me voy.
—Hola. —María abre la puerta haciendo puchero.
—¡Aayyy Lili!, Ni siquiera los fines de semana descansas. —me abraza pero me da risa.
—No importa... No tengo nada mas interesante que hacer y las horas extras me las paga mas que bien.
—Julián ya se fue, tenía una reunión y como no quiere que yo la cuide me obligó a llamarte.
—Tiene razón... Ve a descansar ¿si?, Yo cuido a la nena, cualquier cosa te llamo.
—Dale.
La veo ir a la cocina y me acuerdo cuando me dijo que atrás de la casa hay una casa para ella y su familia, como tonta no lo podía creer y jamás me imaginé su casa ni donde vivía, es mas, cada vez que me decía "cualquier cosa me avisas", dentro mío decía, ¿Se va a venir desde su casa por cualquier cosa?.
Subo por Sofía sintiendo que en cualquier momento va a salir alguien de donde sea y me va a perseguir por toda la casa intentando matarme, me río con ganas al darme cuenta que estoy pensando cualquier cosa todo porque la casa es inmensa, agarro a la nena, el bolso, unas mantas y bajo ya que quiero dormir aunque sea una hora y en la silla mecedora no puedo, en cambio en el sillón me siento en la gloria; en la cocina me hago un sándwich y ya estoy lista para un buen maratón de películas. Acomodo a Sofi en mi brazo y cierro los ojos unos segundos porque me arden, pero cuando los abro veo a Julián tapándome.
—¡Señor Jesús!. —me mira frunciendo las cejas dónde llegué a gemir—. ¿Por qué aparecen así?.
—¿Aparecen?. —dice dudando.
—Si... Tú y María me viven pegando terribles sustos.
—No era mi intensión... Sigue durmiendo si quieres. —está de cuclillas acariciando a la nena.
—¿Hasta qué hora me tengo que quedar? ¿Hasta que te levantes?.
—¿Te quieres ir?. —me siento tan de golpe que me mareo un poco.
—Solo pregunto.
—Si te quieres ir vete. —el hombre amable de hace un segundo se esfuma.
—Solo era para poder dormir un poco mas. —me vuelvo acomodar abrazando a la nena—. Hasta después.
—Hasta después. —dice riendo.
Al mediodía me voy y Julián jamás bajó de su cuarto. Cuando llego donde Gas lo veo durmiendo desparramado en la cama sólo con un bóxer y roncando a full, solo espero que no halla traído a nadie aprovechando mi ausencia, no es que este celosa, pero el simple hecho de pensar que me tengo que acostar en la misma cama en la que sacude a sus amiguitas me da asco.
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Pasa otro mes en donde sigue todo mas o menos igual, Gas me convenció de entrenar un poco y comer a horario ya que eso me jode mucho, ahora que como a horario me doy que cuenta que tenía un descontrol terrible, y la cantidades que comía peor todavía. En el trabajo estoy mas que bien, tenia en mi mente de que en cualquier momento me iban a decir que me vaya pero me blanquearon, ósea que trabajo legalmente y el sueldo jamás me lo esperé. Me llevo con todos bien, los de seguridad son muy simpáticos y con María me llevo cada vez mejor, en unos días llegan su hijo y su esposo que solo los conozco por fotos, con el único que no me llevo es con Julián, ashhh cada vez que me habla me saca de mis casillas y se cree que tiene la razón en todo, y con la mamá de Sofía me rendí, nadie habla de ella y jamás vi a una mujer en la casa que no sea María, tampoco hay fotos de ningún tipo en ningún lado, es peor que un cementerio esa casa.
—¿Vamos?. —miro a Gas que se está poniendo la campera—. ¿Ya estas lista?.
—Si... Ya terminé —dejo la taza en la pileta para lavarla.
—Déjalo ahí, cuando llegues lo lavas. —dice desde la puerta.
—¿Estas desesperado para ir a trabajar?. —hace caras raras.
—Naaaa... ¿De dónde sacas eso?. —salgo de la casa con el gorro en la mano.
—Dios, que esta frío. —me abraza y así vamos hasta mi trabajo.
—A la noche me gustaría que hagas algo rico. —le doy un codazo y lo empujo—. ¿Queeeee?.
—¿Cuando me vas a cocinar a mi?.
—Yo te haría otra cosa no cocinarte.
—Eres mi amigo Gas. —lo empujo y me doy la vuelta, no hago ni un paso cuando me levanta de la mano que me metió en el culo—. Aaaa idiotaaaa.
—Esta tentadora la cosa. —lo quiero agarrar pero sale corriendo.
—Cuando te agarre te voy a cagar a palos.
—Yo cuando te agarre te voy a dejar como si te hubieran golpeado. —lo miro roja de vergüenza ya que escucho risas.
—Hola. —paso por la caseta saludando a los de seguridad—. ¿Cómo están?.
—No tan bien como tu.
—¡Ja ja, que graciosos!.
—Te tocó hasta lo profundo. —se matan de risa mientras paso sacando fakiu.
—Idiotas. —camino hacia la casa veo a Julián en la puerta.
—¿Terminó el Show?. —su cara es rara y no sé que hacer porque es muy impredecible.
—¿Qué show?. —digo confundida.
—Pasa... Tenemos que hablar.
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