Anastasia. Había pasado la mejor tarde de mi vida. Aleksandr se había comportado como un caballero. Él es un hombre impredecible. Aunque estoy enamorada de él, sé que probablemente no sea mutuo y por ahora, me conformo con lo que tenemos. Íbamos camino a casa cuando recibí una llamada del hospital. Llamada telefónica. —Ana, soy la enfermera encargada de tu madre. Mi corazón se acelera por la voz de preocupación que tiene la chica. —Oh, claro, ¿todo está bien con mi madre? —Cariño, te llamo porque tu madre se ha puesto mala esta tarde. Recibió una visita que al parecer la alteró mucho y su situación empeoró muy rápido. Tu madre está en cuidados intensivos en estos momentos para ir monitoreando su evolución. No puede ser cierto. —Nadie sabe de mi madre estando ahí. ¿Qué visita recibi

