Preámbulo

1127 Words
3 días antes de la tragedia, año 2000 Helena caminó hacia su habitación y sin pensárselo dos veces, empacó todas sus cosas en los dos viejos bolsos que tenía, porque tampoco es que pudiera permitirse llevar más cosas cuando sabía que ella y su novio no tendrían donde quedarse, tendrían que vagar con sus dos pequeños de tan solo 1 año de edad, esos mellizos que habían llegado a cambiarlo todo, pero a la vez, al ser padres adolescentes, sus vidas se les complicaron al extremo y los problemas en casa, los malos tratos que recibía Helena por parte de sus progenitores al no querer ayudarla ni un solo día más, porque no soportaban a esos niños que lloraban a todas horas y como nunca estuvieron de acuerdo con su decisión de tenerlos a tan solo quince años de edad, sabían que a su hija no les tocaría fácil y no querían ser partes de eso, les causaba mucha vergüenza y a la vez resentimiento, porque la habían criado en un hogar conservador con normas estrictas que si tan solo las hubiese seguido, las cosas habrían sido diferentes, pero no fue así. Helena decidió seguir con su embarazo, ya que contaba con la ayuda y el apoyo de Sebastián, su novio, con quién había salido desde que inició el bachillerato a los once años, quién era un chico dulce, inteligente, decidido, aunque bastante dominante, tanto que a veces resultaba abrumador, pero era bueno con ella y se notaba desde lejos que la adoraba, por supuesto no la iba a abandonar en esto que era responsabilidad de ambos, pero estos al ser adolescentes inexpertos y al quererse tanto, decidieron llevar las cosas más allá, pero… nunca contemplaron el tomar precauciones como debían e hicieron caso omiso a todo, porque se deseaban y querían estar juntos en intimidad, pero ese deseo, tanto amor que sentían que quisieron expresárselo el uno al otro tal vez de forma “inocente”, en su momento, se había convertido en toda una lucha, porque ahora al verse acorralados y ambos, sin ayuda de sus padres, sabían que debían arreglárselas por sí solos y aun cuando sabían que tendrían que vivir probablemente en la calle, pasarla muy mal al no tener un techo donde pasar la noche ni donde resguardar a sus pequeños, aun así ambos estaban ilusionados y expectantes, con altas esperanzas y deseando que todo saliera bien, porque si había tanto amor entre ellos, ¿qué podría salir mal? Solo debían luchar, esforzarse por salir adelante y todo iría bien o bueno… eso creían hasta ese momento. Al menos no estaban totalmente solos. Sebastián quién provenía de una familia adinerada (en teoría), porque sus padres no eran quiénes devengaban una fortuna como tal, sino para ser más exactos eran sus abuelos paternos quiénes eran dueños de una compañía próspera, de las principales del país que se encargaban de manufacturación y exportación de vehículos, básicamente eran dueños de una marca de alta gama de autos que se exportaban a todo el mundo, pero su padre, al ser la persona más irresponsable que cualquiera podría conocer, nunca pudo mantener su cargo al tener tantos problemas como el alcohol, un carácter fuerte y explosivo, sumado al hecho de que le gustaba el dinero fácil, hizo que toda su familia se alejara de él con malos actos, largas estadías en la cárcel no precisamente por buenos actos y era por eso que él y su esposa, nunca gozaron de un buen status económico, pero Sebastián no tenía culpa de venir de padres irresponsables ni de que a su madre le encantara beber igual o más que su padre, siendo su hogar un caos total, pero su abuelo era consciente de esto y al ver en él, un chico inteligente, responsable y con un buen futuro, sabían que era en él en quién debía depositar su confianza y quién podría ayudarlos más adelante con la compañía cuando cumpliera la mayoría de edad y ni por este “error”, le darían la espalda. Él sabía que podría acudir a su abuelo en esta situación, ya que jamás le dio la espalda, así que ambos chicos, Helena y Sebastián, buscaban la manera de llegar a esa ciudad por sus medios, la cual no estaba cerca y sin dinero tardarían semanas en llegar, pero harían lo posible y saldrían adelante, porque no querían pedirle dinero a su abuelo para viajar hasta allí, ya bastante era con que les diera un techo donde dormir y trabajo, que vaya lo necesitaban, así que harían lo posible por llegar y darles una buena vida a sus niños, quienes eran su adoración. Así que ese lunes por la mañana del año 2002, ambos se despidieron de sus respectivas familias, Helena cargó sus pesados bolsos en su espalda, tomó a sus pequeños y salió de su casa para no volver nunca más. Encontró a Sebastián más adelante, en la calle y este, la saludó con un fuerte beso como siempre hacía, pero Helena a su vez, estaba bastante preocupada, pues tenían a dos pequeños que comían muchísimo y sabía que contaban con muy poco dinero, le preocupaba qué harían al día siguiente, ¿qué comerían? ¿qué harían si llovía? Al menos Sebastián tomó la precaución de llevarse la carpa donde ambos solían acampar durante todos los años que llevaban juntos, en que se escapaban de clases y se iban juntos al lago a pasar la tarde, llena de besos, mimos y de muchos sueños que compartían, que no tenían idea de que jamás se cumplirían, que su destino estaría marcado por la tragedia y que las cosas iban a cambiar dentro de poco y esta vez para siempre. Caminaron por horas, bajo el sol, solo cubriendo a sus niños con unas mantas para que las temperaturas no les afectaran y solo se detenían para hidratarse, tratar de comer lo que su poco dinero les permitiera, ahorrando al máximo y esa noche la pasaron en un parque, al final de la ciudad, en su vieja carpa y al menos lograron dormir la noche entera, tratando de no pensar en qué les depararía el día siguiente y después. Se tenían, eso era todo lo que importaba, ¿no? O al menos eso era lo que creía Sebastián, que su chica había logrado dormir la noche entera, pero no, Helena no durmió ni un segundo. Tenía una fuerte opresión en el pecho que no la dejaba estar en paz, porque era como si su cuerpo y su alma pudieran predecir lo que su mente aún no sabía, que todo se iba a ir por un caño y que la felicidad que alguna vez los dos habían conocido juntos, se iba a esfumar del planeta.
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