Me quedé de piedra. No me podía creer que Kondrat fuese capaz de llegar a tanto, solo para descubrir la verdad. Me mordí el labio nerviosa y clavé mi mirada en el suelo.
Vamos, piensa.
Me di ánimos, aunque de poco sirvió hacerlo, porque solo conseguí ponerme más nerviosa. Confiaba en Kondrat, pero al mismo tiempo, tenía presentes las palabras de Keiko. No sabía si de verdad contárselo o no... No conocía todos los posibles riegos. ¿Pero qué otra opción me quedaba? Estaba entre la espada y la pared... Y habían dos opciones... Mentira! Había una solamente. Tragué costosamente saliva, pues sentía un enorme nudo en la garganta. Los latidos de mi corazón se aceleraron salvajemente y mi respiración era casi frenética. Intenté calmarme, pero cualquier intento que hice fue en vano.
Kondrat empez
