Le observé atentamente, más bien, le miré cómo si estuviese loco. ¿Está borracho? Me pregunté a mi misma. Lentamente deslicé la mirada hacia el suelo y lo analicé como si estuviese buscando algo en él. Oí los tosidos de Kilian, intentaba con ellos llamar mi atención, pero en vano. —¿Qué buscas? —Se atrevió a preguntar, rascándose la nuca. —Tus tornillos, creo que los has perdido—. Comenté levantando la vista hacia él. De su boca salió una carcajada. —Ni que fuese Frankeinstein—. Dijo con un tono lleno de diversión, riendo luego. —¿Podrías concretar? ¿Qué vas a hacer? ¿Te cortarás los dedos y me los dejarás o qué? —Pregunté mirándole fijamente a los ojos, notando como la intranquilidad empezó a extenderse en mi interior. Kilian volvió a reí, más alto que antes incluso. Le divertía d

