—¿Se puede saber qué carajos está sucediendo aquí? —vociferó Rosamund, al ver aquella chica sentada sobre el escritorio de Lars. Cerró la puerta de un portazo y avanzó, queriendo saber quién era esa mujer. Estaba de espaldas y no la había reconocido, ni siquiera cuando ella giró la cabeza y la vio. No había visto a su hija desde que la envió a ese internado, por eso no tenía ni la más mínima idea de cómo era ahora que había crecido. Aunque no había visto lo que ella le hacía con su pie a Lars, le molestaba aquella familiaridad. Sobre todo cuando la vio susurrarle algo, muy cerca del oído, que no pudo escuchar. Era una muchachita. Se dio cuenta de ello cuando se bajó del escritorio dando un leve brinco y palmeó el hombro de Lars, con demasiada confianza. No es que ella amara a ese h

