Mientras Lars caminaba hacia la habitación, iba ideando qué estrategia emplearía para deshacerse de Rosamund. Ella había estado durante varios días en Chicago y era más que seguro que iba a parecer una gata en celo ahorita que él llegara a la habitación. Siempre era así, cuando alguno de los dos salía de viaje y regresaba, recibía su buena tanda de lujuria, porque justo eso era lo que los movía, lo que los había mantenido unidos hasta ahora, el problema es que él ya no necesita eso de su esposa, porque ahora lo obtiene de la cría infernal y solo de ella lo quiere seguir obteniendo. Aunque fue corto el trayecto, desde la cocina hasta la habitación, mil ideas se le vinieron a la cabeza: unas más fáciles, otras más complicadas; unas más inocentes y otras más mortales. Lars no podía creer c

