Durante los siguientes tres días todo fluyó con excesiva normalidad, tanto en la empresa como en la casa. Tal y como lo prometió, Lars se dedicó a instruir a Maxine en lo referente a la empresa. Él fue un mentor muy capaz, responsable y profesional; y ella fue una aprendiz muy dedicada, disciplinada y decidida a ser tan grande como lo fue su padre. Hicieron la relación carnal y sus deseos a un lado, y se dedicaron a actuar de modo meramente profesional, al menos en los tres días que pasaron supervisando, inspeccionando y analizando la situación de la empresa. Además de aquel deseo de vengarse de Rosamund y de Lars, dentro de Maxine existía ese deseo perenne de tomar lo que le pertenecía y hacer grandes cosas con la empresa que había pertenecido a su familia durante varias generaciones.

