CAPÍTULO 1

1818 Words
Un mes antes.   —Lu-Luciana... te amo. Parpadee varias veces atónita a lo que escuchaba. —¿Acaso estaba loco?— suspiré, levantándome de la cama para vestirme e irme cuanto antes. ¿Por qué tenía que dañarlo todo? —Me encantas...enserio, y amo la forma en que lo haces, eres el mejor hasta ahora, pero solo es placer Giulio. Mi primera regla es no involucrar sentimientos. — ¿Qué quieres decir? —arrugó su entrecejo, levantándose para también vestirse. —I'm way too good at goodbyes —canté, terminando de ponerme mis bragas. Busque mi vestido que estaba en la esquina de la habitación, me lo puse junto con mis sandalias, agarre mi bolso  y me dispuse a salir. — ¿Me estas terminando? —No, si piensas mejor no puedo terminar algo que nunca empezó cariño. Me estoy despidiendo, fue muy bueno mientras duro.  —Eres una perra Luciana Licciardi —escupió con odio. —Ohh gracias cariño, me lo dicen todo el tiempo —sonreí cínica, mientras le tiraba un beso. Ahora si me fui de aquel dormitorio de la facultad. Cada vez que pasaba por cualquier grupito de alumnos, me observaban e inmediatamente se ponían a cuchichear. "Ella es una Licciardi, es parte de la familia más poderosa de Italia". "Sus hermanos son unos Dioses griegos". "Amo a su hermano Liam". "Amo a su mellizo". "Es una perra". "Es jodidamente caliente". "La quiero en mi cama". Ya me había acostumbrado a esto, era mi pan de cada día desde que había empezado la universidad, incluso en el colegio. Siempre fui reconocida por mis hermanos, hasta hace un par de meses cuando empecé a modelar, gracias a mi abu y tía Jess. —Mierda —susurré al ver semejante adonis. Mi boca se hizo agua mientras mi mirada lo recorría. ¿Acaso era posible ser así de bello? Cuando estaba por acercarme, alzo su vista y me observo ceñudo para después darme una mirada de asco, y entrar a uno de los salones de prácticas. Que sexy le queda esa bata por Alá. Ay por dios, tanto Dalila me está afectando.  —Espera —detuve a una chica, que igual que yo, se quedó observando a semejante semental—. ¿Quién era el chico al que estábamos mirando? —Es...Es Alessandro Rizzo, está haciendo un posgrado —respondió mirándome confundida. No hablaba con nadie en esta facultad, salvo a cinco personas, así que si, era una novedad para ella y para mí el que lo hiciera. — ¿Viste cómo me miro? —asintió—. ¿Siempre es así? —No, solo con las personas que odia —abrí mi boca incrédula—. Lo siento pero es así, aquel hombre sexy te odia, una menos para poder estar con él. —Soñar es bueno. Continúe con mi caminata hasta llegar a la salida donde me esperaba un furioso Luciano. —Hola mellizo de mi vida —le mande un beso, lo que lo encabrono más. — ¿Piensas que soy tu maldito chofer? Es la última vez que te espero Luciana. —Lo siento, pero mi tutora termino más tarde de lo usual —apriete mi labio recordando a Giulio, lo iba a extrañar—. Hoy se acabaron mis tutorías. Dije con pesar, en verdad lo iba a extrañar. Era único y sé que tardaría en encontrar a alguien como él. — ¿Por qué siento que en verdad no ibas a ninguna tutoría? —se cruzó de brazos, alzando una ceja. — ¿Puedo casarme contigo? —Pregunté inocente. Mi mellizo era una de las personas más hermosas, ¿Por qué tenía que ser mi hermano? —Luciana —advirtió. —Sabes que amo ese gesto tuyo, no lo hagas si no quieres distraerme. —Hablo enserio. Tú no ibas a ninguna tutoría, ¿O acaso me equivoco? —Si me conoces, ¿Por qué preguntas tanto? —bufe cansada, quería darme un baño—. Quiero darme un baño. Subí a su automóvil, seguida de él. Ninguno hablo duramente varios minutos y sentía tensión en el ambiente. Odiaba cuando pasaba, y mucho más con él.  —Estuve acostándome con Giulio todo este tiempo —solté sin más. Siempre nos contábamos todo, ninguno tenía un secreto que el otro no supiera, aunque Luciano tenía uno, pero ya lo sabía. — ¿Por qué no sabía de esto? —cuestionó entre dientes, su mandíbula estaba tensa y sus manos apretaban con fuerza el volante. —Pensé que debería guardármelo para mí misma —susurré—. Sé que tienes secretos que no has compartido conmigo. —Luci —volteo a mirarme rápidamente—. Es complicado. —Nunca te juzgaría, siempre estaré para ti. Pero no es suficiente, no me tienes confianza y no tengo por qué tenerla contigo. —No lo hagas. —Tú ya lo hiciste cuando empezaste a guardarte todo —respondí triste.   Una semana después.   —Este fin de semana tienes que viajar a Estados Unidos —me recordó mamá. Escuche un gruñido por parte de mi padre, no pude evitar y rodé mis ojos. Estábamos desayunando en familia. —Ya habíamos hablado de esto papá —recordé—. Tengo dieciocho, puedo empezar a tener decisiones por mi propia cuenta. —Pero no una como esa, siempre me negare a que modeles. —Si es lo que quiere Luciana, déjala, y si se estrella aprenderá a tomar más en cuenta tu opinión —indicó Liam. —Ahh, se me olvidaba —comentó Leandra señalándome, la vi sin entender—. Tome prestado tu gel, la mía se me acabo. — ¿Gel? —pregunté. ¿De qué mierda hablaba esta niña? —Sí, la que estaba en tu mochila, decía lubricante...esa gel. En ese momento cell sintió el verdadero terror. Sude frio y mis piernas empezaron a temblar, un silencio sepulcral se creó en la mesa. Un golpe en la mesa nos sobresaltó, habían sido pocas las veces en que había visto realmente enojado a mi padre, y creo que se sumaría otra más. — ¿Qu-Que...de que está hablando Leandra? Mi boca se había secado, y aunque mi cerebro gritaba que dijera algo, no salía nada entre mis labios. Era mujer muerta. Suspire profundo y voltee a verlo. Grabe error. —Sí, si tengo un lubricante. Pero no es mío y solo estaba guardándolo. Festeje cuando no tartamudee, si lo hubiera hecho me hubiera delatado.   —Ahh si, ¿De quién es? —No, no me había creído. —Es mío, le dije a Luci que me hiciera el gran favor de comprármelo, me lo daría hoy. Ya enserio, ¿Me puedo casar con mi hermano? — ¡¿Por qué le pides esa clase de favores a tu hermana?! —Se escandalizo aún más—. Es una niña, no sabe sobre esas cosas. Justamente estaba bebiendo un poco de jugo cuando lo dijo. Ya me podía imaginar las noticias, sería algo terriblemente humillante. "Joven estúpida casi muere al ser atragantada por un poco de jugo de naranja". — ¿Estas bien cariño? —pregunto mamá, asentí, recuperándome. —Papá, todos los de mi edad saben que es un lubricante —comenté—. Se utiliza para cuando te van a desvirgar por atrás, además tiene muchos usos. —Luciana respóndeme algo ¿Ya has tenido relaciones sexuales? — ¿Acaso mi mama quería matar a su esposo de un infarto? Sentí como todas las miradas se posaron en mí. — ¿Por qué le compre un lubricante a Luciano piensan que no soy virgen, y que ya llevo una vida s****l activa como ustedes y mis hermanos? Mis padres asintieron. —No me metas en tus asuntos —me riño Liam. — ¿Acaso no me conocen? —Pregunte indignada levantándome de la mesa—. Son mis padres, deberían de conocerme y no hacer estas preguntas, mucho menos cuando estamos comiendo. —Luciana soy tu madre, te conozco, y porque lo hago, al salir de la universidad te espero en el hospital. Mi padre estaba por decir algo, pero mamá lo impidió. Seguro diría que me enviaría a un internado o convento. —Y para que sepan que a Leandra le gusta alguien —la nombrada abrió los ojos como platos y vi cómo empezó a temblar su boca—. Los amo familia. Salí triunfante, y me subí al coche donde me esperaba el chofer. Mis hermanos tenían clases una hora más tarde así que no me podían llevar hoy. Tampoco quería que me llevaran, no hoy. — ¿Puedes manejar más lento de lo normal? —pregunté—. Quiero dormir un poco más. —Sus padres se enfadaran si llega tarde. —Siempre llego tarde y mis padres no lo saben —le guiñe un ojo y solo rio negando. Me acomode en mi lugar y cerré mis ojos, la noche anterior no había dormido lo suficiente por estar hablando hasta altas horas de la noche con Dalila. Esa niña es una mala influencia para mí. Un sonido proveniente de mi celular me sobresalto. —Mierda —susurré. Ya estaba por retomar el sueño por donde lo deje cuando la alarma me había despertado, en él era la protagonista de 365 dni. ¿Es tan complicado que me dejen terminar mi anhelado sueño? —Espero que sea algo de suma importancia o juro que te golpeare —amenacé apenas descolgué la llamada. —Quería pedirte perdón por lo que te dije hace unos días —me sorprendí cuando escuche la voz de Giulio. —Sigue —sonreí, sabía que llamaría. — ¿Podemos vernos y hablarlo en persona? No quiero terminar nuestros encuentros...extraño tu cuerpo. —Involucraste sentimientos, no quiero dañarte y creo que es mejor... — ¡NO! No tomes una decisión aún —ya la tome—. Hay que vernos, ¿sí? —Aunque ame tu pene no volveré contigo —Colgué la llamada, viendo como el chofer me veía sorprendido por el retrovisor—. Eres sordo. — ¿Qué? No escuche lo que me dijo —sonreí complacida. —Podría besarte ahora mismo, ¿Cuántos tienes? ¿28? —No escucho. —Podríamos salir por ahí, escaparnos... Llévame contigo, que no aguanto la aflicción. Llévame contigo, no seas malito y no no —canté una parte de una de las canciones de romeo santos. Escuche como soltó una carcajada y un pensamiento llego a mí. ¿Por qué mierda no había reparado en el hermoso espécimen que tenía como chofer? —Eres un caso perdido Signori Luciana. —Puedo ser tu caso —reímos—. Mañana saldremos a comer. Veré que me invento. — ¿No se supone que sea al revés? Yo invitarla a usted. —Conmigo no, también las mujeres podemos invitarlos y pagar la cuenta. —No seré un buen caballero si la dejo hacerlo. —No necesito un caballero, no soy una damisela en apuro. El solamente asintió y no volvimos a decir nada más. Cuando llegamos a la facultad me despide de un beso en la mejilla, sintiéndome increíblemente rara cuando sus labios tocaron mi piel. Tal vez me hubiera tardado más en salir del auto, pero cuando vi a Alessandro bajarse de un automóvil, lo hice de inmediato. Le hablaría y le preguntaría, ¿Por qué rayos me odiaba si ni siquiera habíamos hablado alguna vez? Cuando estuve cerca de él lo llame. —Alessandro —siguió caminando—. Alessandro Rizzo —no se detuvo. ¿Me estaba ignorando? —Alessandro —otra persona lo llamó y esta vez se detuvo a esperarla, cuando ella llego a su lado continuaron. Me había ignorado en mi cara. ¿Qué mierda? Ni siquiera una mirada, por Al... ¡DALILA!                                              
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