Capítulo 2 Su gigantesca propiedad, tupida de vegetación, se asoma con soberbia, mientras el automóvil se acerca a ésta. Mis nervios aumentan según nos acercamos, y mi corazón a punto de salirse de mi pecho cuando las gigantescas puertas se abren con poderío, dándonos la señal de que podemos ingresar a la ostentosa mansión. Los perros pastores rusos pasean engreídos por el tupido y magistral césped que rodea la propiedad. El auto se detiene y Dave sale a abrir mi puerta. Salgo dando pasos inseguros, con una sensación de vértigo y mis piernas temblando incontrolables. Poso mis orbes avellanas en la majestuosa puerta caoba y aliso mi oscura y larga cabellera suelta con nerviosismo. Dave me acompaña hasta la entrada y abre la puerta, permitiendo que pase primero. Ingresamos, y el exterior