Sus ojos desorbitados, su respiración agitada, y su cercanía hacen que todo mí cuerpo no reaccione, su mano tomando mí cabello de tal modo que me tiene inmóvil, su agarre hace presión en el cuerpo cabelludo que haciendo que duela horrores.
No podía creer que esto me este pasando. Parecía salida de una película de terror.
Jamás nadie me puso una mano encima.
Cuando mis ojos se conectaron con los suyos, y no vi al Ian que conocía, me asusto. Su mirada pérdida demostraba muchas cosas, y sobre todo dolor.
Parpadeó unos instantes, y trato de razonar con él.
—Ian, mírame por favor, me estás haciendo daño —supliqué. Llevé mí mano y la apoyé en la mano que estaba ejerciendo presión —, por favor —volví a suplicar, parece ser que está acción logra hacerlo reaccionar, porque poco a poco empiez
