Dylan.
Me niego a creer lo que Marcelo acaba de insinuar ella es sola como mi hermana, me repito una y mil veces en la cabeza, solo la cuido como le prometí a su papá. Eso es todo. Suspiro frustrado.
Me dirijo a la mesa, allí están Ian, Symón, Marcelo y Andrés. El primero es un patán pero lo tengo que aguantar.
Agarro unos snacks, y me los llevo a la boca. Estoy tan absorto en el desorden de mi cabeza que no me puedo concentrar en nada. Debí quedarme en casa. Esto es tan frustrante.
—Dylan? —lo miró es Andrés —, que si quieres una cerveza —niego.
—Hey, y como está tu amiga la hermosa morocha —pregunta el patán.
Tenso mi mandíbula, este infeliz se atreve a hablar de Beca.
Marcelo me mira expectante, esperando que mi reacción no sea saltarme arriba y molerlo a golpes.
—Está bien,
