Toda la comitiva estaba lista y desde el día de su discusión Eren no había vuelto hablar con Nill, había estado ocupado con los miembros del consejo de la "Cámara de Flor de Lyz", coordinando el desplazamiento y como se tendría que llevar el reino durante el tiempo de su ausencia. Dos Lores testigos del pacto firmado por su padre también viajaban para darle buena fe al cumplimento de lo suscrito, Eren como emperador, siempre ha sido muy correcto y justo. Seguía sintiéndose agobiado, tenía la terrible sensación de que nada estaba bien, que no debían viajar, que no debía cumplir. Pero sabía que eso le costaría otra larga guerra y un gran número de vidas.
- Señores - empezó dirigiéndose a los miembros del consejo - Muchas gracias por su apoyo en esta situación tan tensa para el país, con este acto solemne sellaremos la tan ansiada paz negada durante casi 150 años. En sus manos dejo mi corona y mi investidura mientras cumplo mi misión.
- Será un honor para nosotros su majestad -le respondió el primer Lord, un hombre entrado en años al cual Eren le tenía un especial aprecio. Se despidió con un gesto y se dirigió rumbo a las habitaciones de su hermana, quien llevaba horas arreglándose y retrasando todo lo programado.
- MI niña te voy a extrañar - dijo la nana de ambos, derramando lágrimas de emoción - me parece ayer cuando recién te presentaste como omega, ahora te vas y yo te extrañaré - dijo en medio de las lágrimas.
-Me tienes a mí - le dijo Eren dándole un abrazo.
- Tu nunca estas - siguió llorando y Eren tratando de consolarla.
- Estoy lista - le dijo Antía ingresando a la instancia acompañada por dos de sus damas. Para el camino había escogido un vestido color amarillo pálido, con algunos encajes, había decidido optar por un vestido con pocas enaguas, para que le permita un viaje mas cómodo en el carruaje real; era un día soleado y quería disfrutar del paisaje. Había rizado su cabello, su peinado era sencillo pero le sentaba muy bien, sus ojos resaltaban y tenían un brillo especial que Eren definió como ilusión.
- Todo esta dispuesto su majestad - dijo Nill llegando a la instancia y quedándose sin palabras al ver a la princesa. - Su alteza... - alcanzó a decir y ella le regaló una sonrisa.
- Muchas gracias Nill. Antía, tu carruaje ya esta dispuesto, yo iré cabalgando - indicó saliendo de la habitación.
- ¿Viajaré sola?- preguntó ella, su rostro reflejó tristeza, eran las últimas horas bajo la protección de su hermano y este se las estaba negando.
- Viajará con sus damas, su alteza real Antía de Rungholt, señora de Angkor, Agdam y Loulan, futura reina consorte de Lyonesse, hermana del Emperador Eren - le dijo su hermano, dando pasos hacia ella, para darle luego un fuerte abrazo y un beso en la frente - esto me cuesta tanto como a ti, pero quiero que seas feliz.
Ella sonrió y esperó a que su hermano saliera para empezar a caminar detrás de él, Nill siguió sus pasos, el aroma de Flor de Loto de Antía estaba en todo el ambiente, se notaba su alegría además de unos toques de nerviosismo. Eren ya estaba listo, se había puesto la ropa de diario y el uniforme lo había dejado en uno de los baúles que estaban transportando todos los regalos y enceres que había dispuesto Antía, eligió viajar con ese traje para lograr pasar desapercibido, se arregló el cabello hacia atrás y montó sobre Barto con mucha agilidad. Empezó a cabalgar e iba por delante solo, ya que, según las normas protocolares, nadie podía caminar delante de él o a su lado, si no lo autorizaba. Nill iba detrás y en silencio, contemplando la imagen de su amigo a caballo y lamentando no haber intentado hablar con él antes de ese día y en ese tozudo silencio estuvieron durante más de una hora.
- Señor comandante - llamó Eren y el corazón de Nill se contrajo, aceleró el galope hasta que empezó a trotar a la par de él.
- Dígame su majestad - dijo, recobrando el aliento.
- ¿Me va dejar usted solo todo el camino? -preguntó. Nill enmudeció - Demonios Nill, cuando te mando a callar hablas y cuando necesito que hables guardas silencio.
- Su majestad - empezó Nill - No tengo las palabras adecuadas en este momento, pero créame que pensé que había destruido la amistad que nos une tantos años.
- Nill, Antía no es una niña y me lo hiciste entender -manifestó Eren.
- Eso no era lo que quería que entendieras, al final como dijiste todo es parte de la nuestra naturaleza - respondió el alfa - Lo que quería que tengas en tu mente, es que no lo he olvidado. - Eren guardó silencio, un silencio que para Nill era casi un calvario, unos instantes que le significaron agonía.
- Yo tampoco Nill - suspiró Eren y continuó hablando sin mirarlo a la cara -pero mis responsabilidades son mayores a mis deseos.
Siguieron un largo trecho en silencio, las horas de viaje a Lyonesse no eran muchas, estaban a tan solo 8 horas a caballo, que en esos tiempos era considerado una distancia muy corta. Cuando estaban cerca a escasos kilómetros, detuvieron la caravana para que pudieran arreglarse para hacer su ingreso a la ciudad. Armaron algunas tiendas de campaña donde Antía cambió su vestido amarillo por uno de color azul con dorado los colores de la dinastía de Angkor, se colocó la diadema de zafiros que le había obsequiado su padre cuando se presentó como omega y la capa real azul con blanco que hacía juego. Eren por su lado, no quiso utilizar un traje de monarca si no mas bien su uniforme militar, azul a juego con el vestido de su hermana, su capa caía sobre sus hombros sujeta por unos galones que le sentaban muy bien, Eren no era muy alto, pero tenía un cuerpo definido y esculpido que hacia suspirar a varias omegas casaderas que en varias oportunidades había querido insinuársele en sus épocas de celo.
Al llegar a las puertas de la ciudad, se escucharon las trompetas para dar anuncio de su presencia. Eren Seguía montando a caballo en frente de toda la caravana y Nill por protocolo, estaba ubicado en la parte de atrás del carruaje de Antía. Las personas de la ciudad miraban desde las aceras o sus balcones, algunos gritaban vivando al emperador, Eren no perdía la concentración y marcaba el ritmo adecuado a la comparsa.
- Es más guapo de lo que dicen -comentó Alsir, que se había ubicado en una de las ventanas del castillo a mirar la llegada de los visitantes. Se abanicaba por que a esa hora el sol estaba un poco intenso.
- Silencio, que tu señor te va oir y te castigará - le digo Lady Sol, que le acompañaba en ese instante y ambos empezaron a reir. - Tu posición es difícil ahora Alsir, no temes que... la nueva reina te quiera sacar de aquí.
- No querida - Alsir empezó a reír - Si la reina madre no pudo, menos podrá esta reinita recién llegada.
En otro balcón estaba William y su madre la reina Enma, ambos vestidos con ropas de gala, con los colores rojo y dorado de su emblema, la reina se había colocado la corona con mas adornos que tenía y William estaba a su lado respaldándola, se había preparado para la ocasión, se arregló la barba con esmero y eligió de entre sus trajes uno de los mas hermosos con los emblemas de su familia.
- Hasta su caballo es perfecto - dijo William viendo a Eren cruzar con garbo el puente que une la ciudad con el castillo.
- Es un maldito alfa escuálido - dijo su madre con desprecio. - Yo no estoy nada feliz de que tu sangre pura se mezcle con esa sucia omega de Angkor.
- Madre, la voluntad de mi padre se debe cumplir - replicó él, observando atento de los movimientos sincronizados que realizaba la guardia de Angkor al rededor del carruaje real.
- Yo no he dicho que no debamos cumplir, pero si te digo que si tu hermano estuviera, el sí hubiera realizado una revolución o algo para detener este circo -miró con desdén a su hijo.
- Pero Andrew no está, fue tan cobarde que hace quince años se fue y nos dejó aquí. - Se alejó del balcón - Si tanto lo necesitas quizás debas tu misma ir a buscarlo.
Se retiró harto de las constantes comparaciones con su hermano "el alfa perfecto" bajó las escaleras rumbo a la entrada principal donde tenía que dar la bienvenida a sus invitados; los demás miembros de la corte le acompañaban por que era su deber rendir honores al emperador, su madre se apresuró en estar casi detrás de él para ocupar el lugar que le correspondía en la comitiva. Al llegar Eren bajó de su caballo con la destreza de siempre y se colocó al frente a todos.
- Rindo mis respetos, a la Reina madre Enma de Lyonesse y a su hijo el príncipe heredero William. - dijo saludando cortésmente y realizando una leve venia en la cabeza - Mis más sentidas condolencias para usted y toda su familia ante la pérdida del rey Friedrich, mi pueblo y yo lamentamos su pérdida.
Se hizo un silencio incómodo, Eren por un segundo pensó que quizás había olvidado algún detalle en el protocolo, hasta que por fin la omega le contestó.
- Emperador - dijo Enma - Creo que ahora que seremos familia, le correspondería postrarse frente a una dama, monarca y omega. Son gestos de caballerosidad que al parecer no se enseñan en Angkor. - William se sorprendió ante las palabras de su madre, Eren tenía el título de emperador, no tenía por que postrarse ante nadie.
- El que decide que corresponde frente a una determinada situación, soy yo, que para eso soy el emperador, su majestad Enma - empezó Eren que había clavado los ojos como dagas sobre ella, el olor de la omega le resultaba tan desagradable que no lograba respirar con calma. Trató que su voz fuera lo mas pausada y neutral posible - y creo que dadas las circunstancias, es mejor ceñirnos al estricto protocolo. Príncipe William, es un placer saludarle. - Dijo Eren, quien en esos instantes era el dueño de la razón, el protocolo decía estrictamente que los monarcas de menor rango realizaban la venia frente al emperador, que solo se le dirigía la palabra al emperador si este le dirigía la palabra primero y si se trataba de un país con la ley sálica vigente solo los alfas podían gobernar.
- Su majestad buenas tardes - contestó William -Mi señora madre está aún muy conmocionada con los últimos acontecimientos, espero disculpe su imprudencia.
-No se preocupe lo supuse. -Eren extendió su mano en señal de amistad y William la estrechó con fuerza, se sorprendió de la delicadeza de la piel de Eren a pesar de haberlo visto ser tan buen jinete, imaginó que las riendas habían hecho que sus manos fueran mas fuertes. - Señor comandante, escolte de su carruaje a la princesa Antía. - dijo volteando su rostro en búsqueda de Nill, William intentó olfatearlo y sus fosas nasales no le revelaron mayor información, simplemente lo vio demasiado joven para tener tanto poder.
Nill caminó rumbo al carruaje donde Antía estaba presa de la emoción y los nervios de ese instante, abrió la puerta y ella empezó a descender. Todas las damas de la corte observaban con atención, la magnificencia de su vestido había provocado mas de un gesto de pura envídia, algunos alfas contenían el aliento y los murmullos de los comentarios se hicieron presentes, Nill le tendió la mano, ella con delicadeza la recibió y empezó a caminar a su lado, al estar cerca, Eren descendió a su encuentro, tomándole la mano y continuando con ella hasta llegar frente a William que miraba a la omega deslumbrado. Alsir que veía la escena a lo lejos sintió su vientre retorcerse de celos. Al llegar frente a quien será su esposo, Antía hizo una venia completa y el alfa le tomó la mano para ayudarla a ponerse de pie.
- Princesa Antía, los retratos que se le han realizado, no tienen punto de comparación con lo que en esta tarde mis ojos contemplan. -le dijo él galante.
- Muchas gracias mi señor - dijo ella tímidamente. William le levantó el rostro con su mano y la observó su ternura. Su alfa estaba quieto.
- Pasen a esta su casa, siéntanse en su hogar - se giró a ver el rostro de ella - Aunque este ya es su hogar.
- Gracias mi señor. - contestó ella bajando la mirada, luego de esto se dispusieron a caminar al interior del castillo, Eren hizo un gesto indicándoles que podían caminar a su lado, William lo observaba, el emperador caminaba con garbo, pero a la vez se notaba que no era déspota, solo sabía hacer sentir claramente quien era y el rol que representaba.
- Príncipe William, han venido con nosotros algunos miembros del consejo en virtud de hacer valer la palabra de mi padre y también algunos miembros de nuestro servicio indispensable. - comentó mientras caminaba por la galería de los espejos del palacio de Loyra.
- Perfecto su majestad, daré indicaciones para que se les ubique en sus aposentos. - respondió William quien llevaba del brazo a quien sería al día siguiente su esposa.
- Gracias por su amabilidad. - respondió Eren
- Hijo querido empiezo a sentirme indispuesta, creo que es algo que ha venido con el ambiente - dijo la reina Enma, con tono desdeñoso y con toda la intención de incomodar. Eren se detuvo derrepente, interrumpiendo el caminar de todos haciendo hasta que el mismo príncipe se detenga, se volvió y la observó de forma severa.
- Principe William, me provoca un té, estoy algo cansado del viaje y posiblemente mi hermana también, espero nos dispense ante esta situación. - dijo observando al joven principe para luego mirar nuevamente a la reina Enma - espero se mejore. - le auguró - pero anote en sus pendientes, una conversación entre usted y yo a solas, antes de que parta - le dijo calmado.
Fueron conducidos por el gran capellán del Castillo de Loyra, caminando por algunos corredores, donde toda la comitiva estaba en completo silencio, los alojaron en el ala norte y era evidente el esmero que había tenido el servicio al momento de preparar todo. Al llegar a los aposentos donde se alojaría Eren, pidió reunirse con Nill y su hermana. Ellos entraron a la habitación y Eren se había sentado al borde de la cama a quitarse las botas.
- ¿Cómo lograste no asesinarla? -le cuestionó el alfa con una sonrisa.
- No lo sé, también estoy gratamente sorprendido - respondió Eren que por fin se sentía aliviado de quitarse las botas.- Revisen si el lugar no tiene puertas secretas, pasadizos o rendijas donde puedan estar oyendo nuestras conversaciones. - Indicó y entre los tres empezaron a revisar la instancia sin encontrar nada sospechoso. En eso sonó la puerta y Nill se acercó a abrir.
- Su majestad, su té del día de hoy - se acercó su Dina, su criada de confianza, puso la tacita de té sobre la mesa para luego colocar la semilla y el té se convirtiera en una hermosa flor.
- Muchas gracias, lo había olvidado - respondió Eren, quien se apresuró a tomar la bebida.
- ¿Cómo haremos para neutralizar a esa omega? - preguntó Nill, quien había estado observando las actitudes dela monarca frente a ellos.
- Yo con no dirigirle la palabra tengo suficiente, pero tu Antía, eres de menor rango que ella y estas obligada a ser cortés por ser tu... -tragó grueso, le costaba pronunciarlo - ay siento horrible en la garganta decirlo "tu nueva madre"
- Vieron a William, es guapísimo - ambos varones levantaron las cejas- y yo le gusté estoy segura.
- Como te seguía comentando Nill, hay que estar muy atentos en las ceremonias, no me quedaré tranquilo dejándote sola aquí. - se dirigió a Antía -Le pediré a William me conceda dejar a alguna dama de la corte acompañándote.
- Quiero estar hermosa para esta noche que es el baile estoy muy feliz. - Era evidente que la omega, era completamente ajena a las preocupaciones de su hermano.
- Bueno - suspiró Eren rendido -vayan a sus habitaciones a descansar.
Una vez se retiraron, Eren se tumbó a la cama aun con la extraña sensación de sentirse observado y es que lo estaba siendo Alsir, había estado mirando atento los movimientos de los tres en esa habitación, ahora que su amado William se casaba su posición en la corte y en el castillo era peligrosa y no sabía a ciencia cierta como lograría seguir en la corte del rey. Salió del pasadizo secreto y fue en búsqueda de su señor, que nuevamente estaba en sus aposentos refrescándose. Entró por el lugar de siempre, lo abrazó y William le correspondió el abrazo.
-Mi señor - le dijo -vi llegar a la comitiva, el emperador es impresionante.
- Hay algo extraño en él, es demasiado perfecto sabes. -reflexionó William -presiento que algo no anda bien.
- Si hay algo raro lo descubriré para ti mi señor, por lo pronto su madre se ha ganado antipatías. - le comentó sacando su abanico y jugando con el un momento.
- Ella que no entiende de política. Eren trató de ser lo mas correcto posible. -respondió el alfa.
- Si, y debo de reconocer, que la princesa Antía, es muy hermosa mi señor - dijo, con pesar - Será fácil que usted me olvide.
- No te olvidaré - le dijo William acariciando la mejilla del omega - siempre te protegeré.
- Gracias mi señor.
Ya en horas de la noche se llevó a cabo un banquete en honor de los invitados, el vino de Lyonesse era de una calidad estupenda y Eren era observado constantemente al no beber, estaba sentado al lado izquierdo de William y Antía al lado derecho, ella se había puesto un vestido en un hermoso color verde con aplicaciones doradas, se había pintado los labios de color borgoña y había cambiado sus joyas por unas de oro con hermosos jades adornándola. Eren estaba vestido de n***o con unos zapatos relucientes y el escudo de su familia bordado en hilos de oro, las damas de la corte esperaban con ansia que empiece el baile a ver si por alguna suerte del destino lograban conocerlo.
Eren abrió el baile pidiéndole a su hermana le conceda la primera pieza, para luego entregarle su lugar a William quien bailó con Antía y todos los miembros de la corte observaban encandilados la belleza de la futura reina consorte. Empezaron a formar sus propias parejas y el salón de baile se llenó, Eren no perdía de vista a su hermana, sentía su lobo alerta. En eso un grito detuvo toda la celebración. Antía yacía en el suelo y un inmenso charco de sangre que rodeaba el frágil cuerpo de la omega. Habían asesinado a Antía, frente a todos dentro del palacio de Loyra.