—Está todo listo, el abogado ya revisó todo y podemos decir que L&D Corporation, es una empresa completamente legal.
Lo miré desde el sillón sin tener idea de que se trata la supuesta empresa.
—Entonces ¿es un hecho que nos quedaremos aquí?
—Hasta el momento es un hecho, nos dará tiempo mientras organizamos las cosas, esto es solo una fachada.
—Quiere decir que debo olvidarme de mi nombre, ¿Qué debo aceptar que ahora me llamaré Dahiana?
—Sí, así es.
Fruncí mi ceño y mordí mis labios, eso no es algo que a mi agrada a mucho.
Observaba al hombre que iba de un lado a otro haciendo llamadas, no hay un solo momento que no tenga que llamar a alguien o recibir mensajes.
—Esta noche será la apertura de la empresa, los socios que hice aquí en New York estarán con sus familias y algunos de los vecinos del vecindario, es bueno que empecemos a relacionarnos con esta gente, nos podemos ocultar entre ellos.
El vecindario en el que ahora vivo, me resulta muy tranquilo, no es un lugar lujoso ni una casa tan llena de lujos como la mansión en la que vivía en España, pero me gusta. Aquí son amables con nosotros, todas son familias de clase media, pero con un corazón muy valioso.
—Pedí un vestido para ti, en la bolsa que ves en la barra de la cocina está.
—Oh, ¿un vestido?
—Claro, debes estar presentable, la esposa del CEO de L&D Corporation no puede ir con un pijama.
Revoloteé mis ojos y le hice una mueca.
—Ni puidi ir in pijimi —susurré remedándolo con molestia—. ¿Qué tiene de mal mi ropa?
—Oye, Alina, ¿crees que no me doy cuenta cuando haces eso?
Lo miré y levanté mis hombros como si no entendiera lo que dice.
—Deja de remedarme, las mofas no me agradan.
Él sale de la sala y entra al baño para ducharse, me pregunto ¿Cómo hizo para crear una empresa legal? ¿Cómo logró conseguir socios si ni siquiera su identidad es real? Quizás él es muy astuto o la gente es muy tonta.
Miré en dirección al baño para asegurarme que él no saliera por un rato, miré la carpeta con el nombre de la empresa y la abrí para darle un vistazo, es curioso. En las primeras hojas decía que era un… ¿una empresa de bienes raíces? ¿Cómo un criminal abre una compañía así sin que nadie se dé cuenta? Abrí mi boca sorprendida, no lo podía creer. Sin duda no tiene vergüenza, pero ¿Qué se puede esperar de él?
Un rato más tarde termino de ducharme para prepararme para el que será un evento social en el que fingiré ser una mujer que no soy, la esposa de un CEO de mentiras que se esconde de la mafia. Negué con mi cabeza y pensé en la manera en la que he llegado aquí.
Miré mi vestido y toqué la suave ceda dorada que adornará mi cuerpo esta noche, no estoy de ánimo para fiestas, pero parece que no tengo opción. Mientras me vestía pensé en Rebecca, es primera vez que me separo de ella y siento que me hace mucha falta.
Solté mi cabello rubio y dejé que los colores se combinarán en uno solo, parece que hago armonía con mi atuendo. Me maquillé un poco y me organicé dentro de lo que podía hacer por mi cuenta, lo último era cerrar el cierre de mi vestido y listo.
Llevé mi brazo a la espalda y subí hasta donde pude, en un punto mi brazo dolía y me decía que no podía hacer más. Me incliné hacia delante y traté de alcanzar esa pequeña cosita metálica para continuar subiendo, pero era difícil.
—Ya es tarde, tenemos que irnos —escuché desde afuera de la habitación.
—Espera, necesito dos minutos.
Volví a doblar mi brazo y a retorcer mi cuerpo, pero nada, no lograba ni rozar el cierre con mis dedos.
—Mierd*, ¿Por qué no piensan en una forma fácil de cerrar estas cosas?
—¿Todo bien?
—¡Si!
Escuché los pasos de Leonardo caminar de un lado a otro con algo de desespero.
—Mierd*, si no sales en treinta segundos me largo de aquí.
—¡Vete! Si no puedes esperar, entonces ¡largo!
—Como un caraj* —suelta el hombre abriendo la puerta de la habitación y encontrándome con la lucha que tenía —Tiene que ser broma.
Él entra a la habitación y me toma del brazo, me da media vuelta y trata de ayudarme.
Sentí como tomaba cada lado del vestido y lo acomodaba, rozaba mi piel con sus dedos y eso se sentía extraño.
—Está trabado.
Él sigue ayudándome y siento como mi piel se eriza con los roces de su tacto.
—Listo, ya está.
Salimos de la casa y fuimos al auto que ya estaba parqueado frente a nosotros, aun parece costarle manejar este tipo de vehículo de baja gama.
—Carajos, esta chatarra vieja me estresa. Como quiero traer mi Lamborghini y conducirlo. Sin duda esta vida no es la mía, siento que me faltan mil cosas, ¡Mierd*, arranca!
Mordí mis labios para contener la risa, se nota que le da duro vivir de manera normal; estar tanto tiempo en una mansión con más de diez autos de todo tipo, le está saliendo caro ahora.
El auto enciende después de veinte minutos, durante el camino no decía nada, se notaba pensativo como si algo le preocupara. No hace falta preguntar, a mí también me preocupa lo mismo, no he vuelto a tener tranquilidad desde aquel día.
—Llegamos —dice quitando su cinturón de seguridad—. No olvides, solo habla lo necesario, recuerda quien eres ahora.
Bajamos del auto y este hombre se transforma, sonríe ampliamente ante las personas que nos acabamos de topar.
—Les presento a Dahiana, mi esposa. Cariño, ven, saluda a mi socio. El abogado Luther.
—Oh, es un gusto, mi esposo me ha hablado mucho de usted.
Leonardo me toma de la mano y entramos juntos al bufete que hoy se inaugura, dentro ya estaban otras personas que no conozco y otras que identifico de nuestro vecindario.
—Señor, todos los invitados han llegado, aquí está la lista —dice una chica que no conozco—. Oh, usted debe ser la esposa del jefe, encantada, soy Leila, la asistente del señor Lombardo.
¿hasta tiene una asistente? Esto es increíble.
Seguimos saludando y conociendo más personas, mi “buen esposo” era amable y atento conmigo, sostenía mi cintura y me hacía cumplidos, hasta me daba besos en la mejilla de la nada.
—Deberías sonreír, mi amorcito, tienes cara de cul*.
—Como no tenerla si estás invadiendo todo mi espacio personal —respondí intentando removerme para que quitara su mano de mi cintura.
—Pues cuando tienes un esposo, ese espacio desaparece, mi cielo. Deberías sonreírle más a esta gente que se convertirá en nuestro camuflaje, si no quieres estar huyendo como rata el resto de tu vida, más te vale que funcione. Te recuerdo, que esta empresa y estas personas, son las que nos aseguran la estadía prolongada en New York.
Él vuelve a tomarme y pegarme a él como garrapata.
—Gracias a todos por venir, no dejo de convencerme en que tomé la mejor decisión al venir aquí y cumplir mi sueño de por fin tener esta compañía que es el fruto de muchos esfuerzos. Mi esposa es la única persona que conoce de cerca mis sacrificios, todo lo que he ahorrado para que cada cosa se diera y hoy pueda verse materializada. Esto es un sueño que aún no acepto o asimilo, para un hombre que nació en el seno de una familia muy humilde, ver esto, es como tener la mayor dicha que pueda experimentar alguien. L&D Corporation es…
La voz de Leonardo se entrecorta y sus ojos se cristalizan, es toda una obra de teatro, ¿Por qué tanto show si no hay tarima?
Enchinaba mis ojos y negaba al verlo hablar de esa manera, que mentiroso es el hijo de perr*.
—Gracias, solo puedo decir gracias —termina él levantando su copa y brindando.
Él hombre vuelve a mi lado para brindar conmigo.
—Vaya, hasta lloraste, sí que estás metido en el papel.
Tomé mi copa de champaña de un solo trago, tenía mi garganta seca por tragar tantas mentiras.
—¡Dahiana!
—¿Alicia? Oh, pero ¿Qué haces aquí?
¿Qué carajos? Ella no tiene que esta en este lugar.
—¿Se conocen? —pregunta un hombre mayor a su lado.
—Claro, papá, somos compañeras en la universidad, ella ingresó de intercambio hace poco. Pero ¿tú por qué la conoces? —cuestiona ella mirando con duda a su padre.
—Más bien, conozco a su esposo, al señor Lombardo; somos socios.
Que pequeño es el mundo.
—¿Esposo? ¿él es tu esposo?
No podía ni asentir a lo que decía, solo rezaba para que ella no metiera las patas. Carajo, siempre he dicho que mentir no trae nada bueno.
—Sí, mucho gusto, Lyon Lombardo, soy el esposo de Dahiana.
Ella toma la mano de Leonardo y lo mira sin aun creerlo.
—¿Esposo? Pero me dijiste que era tu primo y que era… gay, ¿Será que te escuché mal?
Empecé a reírme sola de lo que tomaré como un chiste.
—Lo dije bromeando, ¿Cómo te lo pudiste creer?
Choqué el hombro de la chica con gracias y la vi reírse algo retardado, todos se rieron, menos el hombre que tenía a mi lado.
El resto de la noche Leonardo no volvió a sonreír, por su bozo de color verde, puedo decir que está enojado. No quería que la fiesta acabara para no tener que volver a casa, me preocupaba que me hiciera algún tipo de reclamo.
—Ya es hora de irnos, se hace tarde —dice él dejando la copa de vino en una mesa.
—No, aún es temprano.
—No, dije que es hora de irnos.
Leonardo me toma del brazo y me saca del lugar, no me atreví a preguntar porque es obvia la razón de su enojo.
En el camino no dije una sola palabra y al llegar a casa, me bajé de inmediato del auto y casi que corrí para entrar a la casa.
—Alina, ¿A dónde vas? Tenemos que hablar.
—Lo hacemos mañana, tengo sueño.
Abrí la puerta y quise seguir hasta mi cuarto, una vez allí no hay vuelta atrás. Casi logro mi cometido, pero antes de poner un pie en mi habitación él me toma del brazo.
—¿Soy tu primo gay?
—Es una broma —respondí con sonrisa nerviosa.
—No quieras hacerte la lista, ¿Por qué le dijiste eso? ¡¿Por qué me niegas ante tus amigos?! ¿Te avergüenza decir que soy tu esposo? ¿es eso? Para completar pones mi hombría por el piso, ¿dudas que sea un hombre de verdad?
—No, claro que no. Fue un chiste, solo eso.
—¿Tan poco te parezco? —cuestiona tomándome de los dos hombros—. Te recuerdo que, aunque yo no quiera y para mi sea una completa desgracia, tú y yo estamos legalmente casados. Acostúmbrate a eso, por lo menos mientras pienso donde esconderte. No te creas la gran cosa, para mí también eres muy poco para lo mucho que necesito de una mujer de verdad.
—¿Eso es lo que te molesta? Admite que tu ego y tu machismo son los que están sentidos por lo que dije, a ti no te afecta en nada que te niegue, eso te vale mierd*. Admite que estás enojado, porque tu poca hombría fue puesta en duda —grité sabiendo que empezaba a pellizcar la cola de un león que estaba por explotar.
—¿Poca hombría? Tal vez tengo que enseñarte para que no tengas más dudas.
Leonardo apoya mi espalda a la pared y comienza a besarme, sentía un beso fuerte y doloroso porque lastimaba mis labios. Quería quitarlo de encima, pero este era más fuerte que yo.
—¡¿Qué haces?! —grité en un impulso de valentía.
Logré soltarme de su agarre y le di una bofetada fuerte en su mejilla. Esa bofetada lo reseteó por unos segundos, lo vi poner su mano en su cachete y mirarme anonadado.
—Te has dado el lujo en ser la única persona capaz de gritarme, cuestionarme, poner en duda mi hombría y ahora ¿me pegas?
El hombre suelta una sonrisita y lame la comisura de su labio, da un paso hacia mí y vuelvo a pegarme a la pared, su manera de mirarme ahora si me causa miedo.
Leonardo me toma del mentón con fuerza y vuelve a besarme, intento soltarme de nuevo, pero toma mis manos y las pega en la pared a cada lado de mi cabeza, ese beso estaba lleno de enojo; sentía que pegaba su cuerpo al mío y me quitaba la movilidad. Leonardo abre su boca y deja salir su lengua para capturar mejor mis labios, sentía que los absorbía con tanta fuerza que me lastimaba, esa lucha empieza a enfriarse y fui cerrando mis ojos, el amarre en mis manos fue liberado lentamente y moví mis labios un poco, ese pequeño movimiento fue el inicio de nuestro primer beso.