1- Arcoíris

1584 Words
 2 años atrás La vida es un lienzo en blanco que a medida que vamos viviendo lo llenamos de colores, cada acción representa un color y hoy justamente  pienso que mi lienzo se ha llenado de colores vivos y alegres... Hoy me siento en la plenitud... hoy, justamente hoy, que pensaba que mi día sería gris, lo conozco a él haciendo que mi gris se convierta en rosa, amarillo, verde, azul, todos los colores, pues mis nubes que representaban tempestad,  se han convertido en el más bello arcoíris. Estaba saliendo del supermercado maldiciendo a las mil y una dificultades que se me presentaban, primero me levanta con un hambre del demonio, reviso mi refrigerador y me doy cuenta que no tengo nada que comer, pues me había olvidado de hacer las compras. Lo único que tengo en mi alacena es la comida de Rocco mi perro y ni modo que coma eso... O ¿sí? Así que negando y  bufando decido ir al trabajo así, sin comer nada ya después iré al supermercado  - pensé.- mientras compraré algo en la cafetería.- Concluí en voz alta-  Ingrese al baño y me doy cuenta que me ha venido el  periodo, lo que quiere decir que empezaran los dolores en mi vientre... Después de bañarme se colócame el uniforme del trabajo, que consistía en una falta tuvo color azul que me llega a las rodillas, media pantis color negra, blusa blanca casi transparente y una chaqueta del mismo tono de la falda, me miro en el espejo y maldigo a quien haya sido el genio de escoger este uniforme, la camisa es tan transparente que deja ver mis  generosos pechos y que no sé cómo esconderla, la chaqueta es tan calurosa que si se la abrocha para que no vean mis niñas me da tanto calor que empiezo a sudar como cerda. Busque mis zapatos negros que son cómodos para el día de trabajo y no los encuentro, busco debajo de la cama, en el closet, hasta en el baño y nada ¿Dónde mierda están? me pregunto mientras me siento en la cama, de repente veo debajo del tocador como se asoma la punta de mi zapato y se vuelve a esconder... - ¡Pero que rayos! Exclame cuando se visualiza la punta de la cola color marrón de mi perro.   - ¡Rocco!-  grito haciendo que debajo del tocador salga mi perro con mi zapato en su hocico vuelto harapos y lleno de babas. - Maldición Rocco ya estos son los tercer pares de zapatos que me dañas, si sigues así te daré en adopción.-  Reclame al perro haciendo que este suelte el zapato y salga corriendo como loco… si entendió esto ¿Por qué no entiende cuando le digo que no muerda mis cosas?   Busque otro par de zapatos, pero estos no son tan cómodo, ni tan bajos, no me agrada usar zapatos altos, pues con mi metro setenta y cinco no necesito seguir destacando más por mi altura... De hecho no sé por qué tengo este par de zapatos dentro de mis pertenencias... Luego recuerdo que fue un regalo de Sandra mi mejor amiga. Bueno me coloco los zapatos mortales y un poco dudosa en mi forma de caminar y tomando mi bolso me encaminó al trabajo, a este paso volveré a llegar tarde.   - Llegas tarde.- dice mi jefe a penas me ve. - tengo ya media hora aquí y tú nada que llegabas, necesito los informes del posible futuro cliente. - No volverá a pa....-  Empiezo a hablar para excusarme pero él me interrumpe. - No me interesa tus disculpas, ni excusas, no lo vuelva a hacer o si no se irá patitas a la calle... Ahora anda y tráeme lo que le pedí.-  Completa dándose la vuelta y entrando nuevamente a su oficina. Refunfuñado voy a mi escritorio y tomo la condenada carpeta con los informes del futuro cliente, el cual espero no haga contrato con él, y camino de vuelta a su oficina, toco y espero un “Adelante” de su parte, no quiero volver a pasar por lo mismo que pase una vez, entre sin tocar y lo encuentro con los pantalones abajo, el al verme se puso más rojo que un tomate y yo no estaba mejor que él, pues mi jefe no es para nada atractivo, es un señor mayor, malhumorado, con sobre peso, que suda como camionero, y le falta cabello en la coronilla, el trato de excusar porque tenía los pantalones abajo, pero la verdad fue algo que no quise escuchar y así como entre salí de esa oficina tratando de borrar esa imagen  tan perturbadora de mi mente. Así que desde ese día prendí la lección, “nunca entres sin tocar”  en fin, entre le dejos los papeles y así paso mi día laboral entre las exigencias de mi jefe, entre la comida insípida que tuve que comer en el cafetín y los malditos zapatos del infierno mi día no podía ir peor. Pero me equivoqué porque recordé que tenía que ir al supermercado. Y tenía que hacerlo al salir del trabajo y aun con los zapatos malditos... Quería llorar, tirarme al suelo y hacer una pataleta como niña de cinco años cuando no le dan lo que quiere. ¿Por qué no simplemente podía caminar descalza por la calle? - Amelia eres una mujer de 24 años no hagas esos dramas compórtate y afronta tu vida con la frente en alto- . Me dije para darme ánimos pero era inútil, quería tener a mi mama para quejarme con alguien que me entendiera y me diera la razón, como solo ella solía hacerlo. Así que casi arrastrando los pies y a pasos lentos camine hasta el supermercado que quedaba a solo dos cuadras de mi trabajo. Cojo un carrito y empiezo a llenarlo con las cosas que necesito, camino de aquí para allá por todos los pasillos, mis pies palpitan y muero por quitarme los zapatos y si es posible tirarlos a la basura de una vez, pero no, no puedo hacerlo porque si no ¿Qué me pondré mañana para trabajar? Cuando ya creo que tengo todo, me dirijo a la caja para cancelar y me doy cuenta que hay una cola como de diez persona por delante para también pagar sus productos. - ¡Dios! ¿Por qué a mí? - me lamentó cuando veo que la cajera es nueva y por lo tanto es lenta en el proceso de facturación. Trato de dirigirme a otra caja y un vigilante me lo prohíbe llegando a mi lado. - Señorita manténgase en la cola.-  me indica y se queda a un lado de mi intuyendo que no le haré caso. Resignada decido hacer mi cola como es debido... Así que media hora después salgo del supermercado con las manos llenas de bolsas, con los pies hinchado y con un hambre de los mil demonios. Maldiciendo, porque sé que tengo que llegar es a cocinar, ya que por gracia divina no nací siendo rica y no tengo todo un batallón a mi disposición para que me preparara lo que me dé la gana, no me percato cuando chocó con alguien.  Y el que chocará no es el problema, el problema es que esa persona llevaba en sus manos un café, café que se derramó en mi blusa que es  transparente haciendo que sea aún más transparente y que de paso me quema, por que el maldito café estaba hirviendo. - ¡Maldición!, tiene que ser una jo...- empiezo a quejarme pero me quedo muda al ver la persona que tengo en frente y que me mira con asombro. Frente a mí está el hombre más bello, que he visto en mi vida, es más alto que yo y eso es mucho decir... tiene unos maravilloso ojos verdes, cabello n***o, y una barba de unos tres días que se ve que mantiene bien cuidada, su nariz es perfilada, labios gruesos y rosados y en estos momentos me mira entre apenado y nervioso, suelta una sonrisa que hace que las nubes grises de mi cielo se despejen y lo digo en serio, me acaba de ocurrir una escena tipo caricatura, cuando el cielo está gris y de repente se despeja, y aparecen pájaros cantando, el sol brilla en lo alto ( lo cual es insólito porque ya es de noche y no hay sol y aparte esto es la vida real, no una jodida caricatura) y aparece el más bello arcoíris llenando mi vida de color. - Lo siento.-  decimos los dos a la vez, yo por haberme quedado como tonta viéndolo y él me imagino por haber derramado su café encima de mí, café que ya no recordaba que me quemaba. Pero es que ¡Oh, Dios! Mis bragas se fueron de paseo al escuchar su voz, es tan sexi, tan seductora con ese tono ronco que hace que me lo imaginé en menos de un segundo diciéndome cosas sucias en mi oído mientras me hace el amor, ¡clama! me dije vas a hacer un show aquí frente a él y harás que huya sin conocerlo siquiera. - De verás lo siento.- volvió a hablar él - venía distraído... y… - No,...no...hay… problema...- Tartamudeo y me regaño mentalmente por mi idiotez.. ¿Qué te pasa? es solo un hombre. - te invito un café para remediar mi error...- Dice él y yo me quedo muda ante su pedido. 
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