—Pensé que íbamos a comer... —dijo Jenna, entre jadeos, intentando recuperar un poco de aire.
Caelan sonrió, oscuro, inclinado sobre ella, tan cerca que podía sentir el roce de su respiración en su cuello.
—Eso hago —susurró con un dejo de perversión, mientras sus manos se deslizaban por sus muslos, bajando el pequeño short con una lentitud desesperante, seguido de sus bragas. Cada prenda desapareció en segundos, dejándola completamente desnuda, vulnerable, expuesta sobre la encimera de su propia cocina.
Jenna tragó saliva, el corazón latiendo tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. No apartó la mirada de él, ni cuando sintió que sus labios rozaban sus muslos, ascendiendo con caricias lentas y calculadas, ni cuando su respiración caliente se posó en el lugar más íntimo de su cuerp
