Una mano firme la rodeó por la cintura, tirando de ella hacia atrás justo cuando el archivo se desplomaba. El peso cayó al suelo, lejos de su cabeza, y por un instante Evanya pensó en él.
El agarre. Ese agarre.
Sus dedos presionando su cintura con fuerza, anclándola contra su cuerpo, idénticos a los que tantas veces habían apretado sus pechos mientras Pantera la reclamaba con hambre.
Evanya tragó saliva con dificultad. Azran no dijo nada. Solo la apartó con suavidad y recogió el archivo del suelo, dejándolo sobre el escritorio como si nada hubiera pasado. Pero ella no pudo dejar de mirarlo, el corazón acelerado, las manos temblando imperceptiblemente.
El patrón se repetía una y otra vez. Cada vez que él se inclinaba sobre su escritorio para mostrarle algo, cada vez que sus hombros roza
