Capítulo 5

3036 Words
(5) Mi maestra de danza fue la única persona, que pudo hacer que nuestro contacto visual se rompiera, a pesar de ser un fuerte contacto visual, casi irrompible. –¡Las quiero calentado! –Gritó la maestra Rosalie, una vieja bailarina parisina, que se dedicaba a hacer talentos. Yo quería ser como ella y realmente quería ser un talento, ya que bailar era lo único que me hacía feliz. Era una cosa que religiosamente compartía con mi madre, ella también había sido una bailarina, pero lo dejo cuando se casó con mi padre. Sabía que yo nunca lo dejaría, incluso si era por amor. Después de calentar, practicamos una pieza llamada Giselle. Era un baile bastante difícil, pero éramos las mejores bailarinas de Londres, no se esperaba menos de nosotras, que pronto saldríamos de esta escuela, para unirnos a un ballet famoso. Ya teníamos nuestros proyectos bien puestos, incluso yo que, aunque amaba a mi padre, estaba lista para unirme al ballet más famoso de Londres e ir por todo el mundo a bailar. Pero a pesar de que Giselle era una pieza muy fácil para mí, no me sentía nada bien, a la mitad del baile no pude más y aunque quería seguir de pie y bailar con esa gracia y belleza, como todos me decían que bailaba, no pude más y me despoblé en el suelo. Escuchando incluso como mi propio cuerpo azoto con fuerza, contra el piso de madera extra fino. No se cuanto tiempo paso, ni sabía si había acabado el baile. Cuando abrí los ojos, ya no estaba más en el salón de baile. Ni siquiera estaba usando mi leotardo rosa, ni mi cabellera estaba bien atada en un chongo con mucha laca, ahora estaba vestida con una bata de hospital, mientras mi cabellera larga y rizada me cubría el pecho. –¿En dónde estoy? –Murmuré con pesar, pero de la nada escucho a alguien que me responde mi gran pregunta. –Estas en el hospital. ––De inmediato me sorprendí de que fuera Thomas, el que me contestara mi gran pregunta. Parecía que no solo era un guardaespaldas, sino que era un ninja silencioso. –Al parecer no te encontrabas tan bien, como dijiste en la mañana. Yo solo mire mis pies, que estaban descubiertos. Me había atrapado. –No quería alarmar a nadie. –Seguí mirando mis pies. –¡En realidad a veces no entiendo que tienes en la cabeza! –Dice con enojo. –No entiendo como odias tu propia vida. –Amo mi vida, ¿de que hablas? –Le pregunté ya molesta, porque se había expresado con una furia que no pude ni verla venir. –Parece que no lo haces, poniéndote a ti misma al borde de una pulmonía. ¿Por qué intentas hacerte la fuerte? –Me pregunta enojado o más bien furioso. En realidad, no lo sabía. Así que solo me quede callada, sintiendo sus palabras hirientes. El joven hombre solo se dedico a caminar de un lado al otro, luciendo molesto conmigo. Lo entendía. De pronto sus pisadas fuertes son interrumpidas por un doctor. –Es bueno verla despierta, señorita Winter. –Era mi doctor de cabecera, que era un joven hombre muy guapo de unos treinta años apellidado Saint Claire. –Debo decirle que estoy sorprendido al verla venir en este estado. –El hombre mira mi expediente, en donde supuse que venía información sobre mi estado de salud. –Acabo de revisar sus estudios de sangre y viene con una anemia muy terrible, ¿ha comido bien estos días? –Me pregunta mientras la mirada del doctor y la de Thomas, chocan con mi cara asustada. El doctor pudo leer bastante bien mi silencio, así que suspiró con fuerza. –Ya hemos hablado de eso señorita Winter. –Parece estar molesto conmigo. –Lo se. –Me exprese con un poco de pena. El doctor miro a Thomas con mucha curiosidad, mientras el joven bien parecido, parecía bastante alarmado por lo que estaba viendo y escuchando. –Supongo que usted debe ser su novio, ¿o no? –Pregunta el doctor con curiosidad. Yo de inmediato quise corregir al doctor, pero fue realmente sorprendente como Thomas no negó ese hecho, porque creía que el hombre me odiaba tanto como yo a él, pero me di cuenta que era falso, no lo odiaba. –Sí, lo soy. –Abre sus ojos muy grandes y mira al doctor, curioso por saber más de mí. –¿Qué es lo que pasa? –Pregunta. –La señorita Winter ha tenido un cuadro de anorexia bastante extenso. Ella vino a mi desde que tiene quince, pero hemos asociado este hecho a sus nervios y al hecho de que esta estudiando para ser bailarina. –El doctor le dijo con detalle todo sobre mi enfermedad, lo cual me causaba vergüenza, ya que parecía que cada vez iba decayendo más y más. –Entiendo. –El joven Thomas no le quedo de otra, que asentir con la cabeza mientras recibía esa terrible noticia sobre mí. –Los dejare solos. –Termino de decir el doctor, para ponerle un poco más de sazón a esta escena de drama. Supuse en un instante que Thomas me regañaría con todas sus fuerzas, pero fue todo lo contrario, cuando lo mire, el joven hombre estaba hundido en sus pensamientos, como si lo estuviera carcomiendo el hecho de saber, que estaba enferma de algún modo. De pronto, el hombre intenta caminar hacia la salida, pero algo en mí no dejo que eso pasara. En realidad, no sé por qué no lo quise deja ir con esa impresión de mí en su cabeza. Me estire lo suficiente como para poder tomarlo de su mano, una mano que estaba tan fría como un congelador. –¡Estás helado! – Exprese con sorpresa. –¡No tengo nada! –De inmediato me arrebato su mano helada, para negarme el hecho de que me había dado cuenta, que estaba enfermo. –Me mintió, usted este enfermo. –Lo acuse. –Estoy bien. –Dijo con su terquedad de siempre. –Le he dicho que…–Pero no deje que terminara de hablar, ahora podía enforcar todos los problemas en él. Buena salida. –Se que me ha dicho que no me meta en sus asuntos, pero como mi guardaespaldas, usted debe estar saludable. Y sí, es mi asunto cuando usted se encuentra enfermo y trabajando al mismo tiempo. –De inmediato, tome el botón rojo para recibir la atención de alguna enferma o médico, el cual por suerte vino a mi habitación. –Señorita Winter, ¿pasa algo? –Pregunta el doctor Saint Clare, cuando entra a la habitación con olor a desinfectante. –Él. –Señale a Thomas, quien lucia tan blanco como un papel. Ahora podía asociar, que quizás su palidez de este día, se debía a que estaba enfermo. –Mi novio está enfermo. –Aclare mi garganta tomando como excusa que me preocupaba por él, porque era “mi novio”. Thomas saco el pecho con fuerza, tratando de negar lo que había dicho. El joven hombre haría todo para negar lo que decía. –Estoy bien. –Dijo con su voz de hombre empoderado, pero lo había descubierto, no dejaría el tema por sentado. –No, no esta bien. -Mire al doctor, quién parecía un poco confundido. No sabía si creerle a Thomas o a mí. –Por favor chéquelo. Sin más Thomas no tuvo de otra, que dejar que el doctor lo checara. Cuando lo sentó en una camilla al lado de mí y lo toco, de inmediato pudo decir lo que yo estaba pensando. –Señor, usted viene muy mal. Sin más algunas enfermeras vinieron a la habitación, para ayudar al doctor Saint Clare con su tarea. Poniendo al orgulloso Thomas en bata y poniéndole una intravenosa, ya que también venia deshidratada. Al final el doctor se dio cuenta, que Thomas también estaba enfermo, lo cual me afirmaba que el chapuzón de anoche nos cayo a los dos como una bomba nuclear. –Tiene mucha suerte de que no tenga pulmonía. –El doctor regaña a Thomas, quién es ahora mi compañero de habitación. –¡Que bueno que su novia me aviso! –El doctor Saint Clare le inyecto algunos medicamentos, que le hicieron sentir mejor, lo cual le trajo vida de nuevo a su cara, que parecía esculpida por los mismos dioses. –Tiene que tomar reposo por el momento, así que los dejare solos. El doctor salió de la habitación con rapidez, mientras yo miraba a Thomas con una sonrisa. –Quite esa sonrisa estúpida. –Me regaña. –Debería de agradecerme en vez de regañarme. –Dije orgullosa por mi acto valiente. –Le dije que…–Pero yo no lo deje terminar. –Sí, se muy bien que me ha dicho. –Suspire profundamente para mirarlo con toda mi atención. –Pero no debe descuidarse a si mismo de esa manera. Se que me pidió que no me metiera en sus asuntos, y no lo hare de ahora en adelante, pero no puede hacerse esto a si mismo. –El joven hombre que hace algún segundo lucía enojado conmigo, aclara un poco sus ojos para empezar a parpadear varias veces y mirar a la nada. –Lamento mucho haber venido en este estado, cuando se supone que debo cuidarla, no usted a mí. –De pronto empezó a hablar con menos agresividad y con más honestidad. –Lamentablemente mi ética como hombre y su guardaespaldas, no me permite mucho acudir al doctor o ver por mi mismo, cuando se que debo cuidarla. –Era impresionante como con algunas palabras, se estaba abriendo ante mi como un libro bastante grande, pero al final era un libro que sabía que guardaba muchas historias y secretos. Había una gran parte de mí, que quería descubrir y leer cada uno de los capítulos “Del libro de Thomas”, pero la apertura a sus paginas me duro muy poco, ya que mi padre entro a la habitación azotando la puerta. Mi padre nos miró molesto a los dos. Con rapidez el joven Thomas se levanto de la cama y como si fuera un soldado, se mostro a mi padre con mucho respeto. –¿Qué demonios esta pasando aquí? –Preguntó mi padre realmente molesto, frunciendo el ceño y mirándonos como si hubiéramos hecho algo muy malo. –Lo lamento. –De inmediato Thomas respondió por todo este desastre. –Espera…–Detuve que Thomas hablara. –Padre, Thomas estaba muy enfermo y no pude si quiera dejarlo en el estado en el que estaba. –Tu y yo hablaremos luego. –Mi padre le dice a Thomas, para después ir hacía mí. –¿Estas bien cariño? –Yo no podía creer que mi padre estuviera tan molesto con Thomas. Thomas sin más, se arranco la intravenosa y se retiro de la habitación, no antes de tomar sus cosas para dejar que mi padre y yo habláramos a solas. –Padre estoy bien, pero no puedo creer que trates a ese pobre chico así. –¿Pobre chico? –Mi padre de inmediato se sorprende por lo que he dicho, ya que nunca me he compadecido de nadie. –Fue mi culpa que se enfermara. –¿De que hablas? –Mi padre no puede entender lo que estaba pasando, estaba bastante confundido. –Anoche bebi demasiado y él me salvo. –¿Bebiste anoche? –Mi padre estaba muy molesto, mirándome con sus ojos de color mientras fruncia el ceño como nunca. –Sí, bebí demasiado. –Trague saliva con miedo. –Caí a la alberca que estaba congelada y Thomas…–Sentía pena por el pobre joven, que quizás ahora se estaba poniendo su ropa en el pasillo. –Salto al agua y me saco, era obvio que los dos terminaríamos aquí en el hospital gravemente. Él no quería quedarse, pero prácticamente lo obligue, espero que no seas tan duro con él. Mi padre se permitió a si mismo tomar unos minutos y pensar, todo lo que su hija había hecho en su cumpleaños y lo que había pasado hoy. –Debo decirte que me alegra que Thomas haya estado contigo, ya que me llamaron al trabajo diciéndome que mi hija se había desmayado en medio de su clase, pero no sabía que habías actuado de esa forma. Yo no te críe así. –Me mira con desapruebo. –Creo que debes saber que estas castigada. Mi padre se levanta de la camilla, luciendo uno de sus mejores trajes para mirarme con enojo. –Me lo merezco, pero por favor no sea tan duro con Thomas. Mi padre me dedico una mirada de confusión, quizás no estaba muy acoplado a escucharme pedir piedad por alguien más que no fuera Mary Anne. Ella era la única persona del personal, al que defendía por ser mi amiga, pero ahora estaba hablando por Thomas, supuse que debía hacerlo por todo lo que ha hecho por mí. –Debes descansar. –Sin más mi padre todo misterioso dejo la habitación. Esperaba que me escuchara y no corriera a Thomas por prácticamente salvar a su hija. Tuve la suerte de no estar mucho tiempo en el hospital, ya que mi padre logro convencer al doctor de que en mi casa estaría mejor, lo cual en parte podía ser verdad. Mi padre me llevo en su auto de regreso a casa, lo cual me confirmaba que no vería a Thomas, puesto que él había me había traído al hospital en la gran camioneta de servicio. Durante el camino solo pensaba en Thomas y en que quizás, mi padre ya lo había corrido de su trabajo como mi guardaespaldas. Había juzgado mal a Thomas y me sentía muy mal por él, ya que sabía los alcances de mi propio padre, podía ser un tirano como jefe. Pero cuando las puertas de mi casa se me fueron abiertas por la servidumbre, pude ver a primera vista a Thomas. Sorprendentemente el hombre estaba totalmente vestido con su traje n***o y tenía conectado un micrófono a su oído, que lo hacía cuando estaba en casa para comunicarse con los hombres seguridad. Ahora no se veía tan enfermo, por el contrario, lucia tan fuerte y dominante que pensé que era otra persona. –¡Thomas! –Exprese mi felicidad sonriendo al verlo, lo cual causo un gran impacto en la demás servidumbre, ya que no era una persona muy expresiva con ellos. De inmediato borre mi sonrisa y mire el suelo, puesto que hasta a mí me había sorprendido mi nueva actitud. –¡Lucy! –Mi padre pronuncia mi nombre con su voz profunda. –Ve a tu habitación. –Mi padre miro a Mary Anne. –Llévala a descansar. Mary Anne de inmediato corrió hacía mí, para ayudarme a mantenerme en pie, pero no pude dejar de mirar a Thomas, quién no me miraba a mí, solo miraba a la nada como si fuera una estatua. Pero al final decidí dejar en paz al pobre hombre, que sabía que estaba fingiendo con todas sus ganas. Ya en mi habitación, Mary Anne no puede contener sus ganas de saber lo que estaba pasando. –¿Qué te ha pasado? –Me pregunta mientras me ayuda a acostarme. –¿Acaso tu también te has enamorado de ese hombre tan guapo? –Yo de inmediato mostré mi molestia por lo que había dicho, dedicándole una mirada que era de muerte. Ella sabía lo dura que podía ser con lo demás, pero había ciertas cosas que eran verdad. –No, no seas tonta. –Acomode mi cabeza en mi almohada con olor a jazmín. –Thomas no es de mi gusto y nunca lo será. –Determine con frialdad. –Lo que pasa es que ese hombre ha visto por mi y le debía el favor. Al terminar de arroparme con muchas colchas y sabanas, la pequeña Mary Anne solo me mira con tantas dudas. –¿Te salvo? –Pregunta mientras peina mi cabello con sus manos. Yo solo asentí con mi cabeza, luciendo un poco apenada. –Ayer me salvo. –Aclare mi voz demostrando mis sentimientos, mirando hacia la ventana que a esa hora de la noche estaba totalmente negra, solo podía ver mi lamentable reflejo. –Dos veces, me salvo. –Bueno, es tu guardaespaldas y debe de hacerlo. –De inmediato lo que ella había dicho llamo mi atención, así que la mire. Quizás ella tenía razón, pero la verdad dolía un poco. –Tiene razón. –Exclame con tristeza. –Nadie en sus cinco sentidos haría lo que él hizo por mí. –De pronto cerré mis ojos, no quería hablar más con ella. Mary Anne cariñosa beso mi frente, para después retirarse de la habitación. Cuando escuché las puertas cerrarse, abrí mis ojos de par en par, para soltar una pequeña lagrima que cayo de mi ojo izquierdo. Me dolía saber que solo una persona me salvaría de esa forma, por el hecho de trabajar para mi padre. Pero había una cosa extraña en mi mente, él. No podía dejar de pensar en Thomas, no podía. Se había atascado en mi cabeza como un gusano comiéndose mi cerebro. ¿Pero por qué? ¿Acaso Thomas me gustaba? Pero al final solo me di cuenta, que quizás era una posibilidad. Thomas y yo no éramos tan destinos, éramos obstinados y duros como el hielo, pero había algo en Thomas que era muy humano. A pesar de sus regaños y las barreras que quería poner entre él y yo, nunca lo detuvieron para salvarme de las palabras de Daniel. Ni para saltar hacía la alberca congelada y salvarme la vida. Y el haberme levantado del suelo y llevarme al hospital, me convenció de que Thomas era una persona extraordinaria, independientemente si lo hacía por el dinero de mi padre o no. Pero al final solo decidí tener piedad por mi cabeza, dejándome rendir por el cansancio que me estaba comiendo. Al final solo termine dormida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD