Escucharlo darme la bienvenida me hizo sonreír ya que desde que lo conocí su amabilidad hacia mí me agradaba.
Observar el interior del lugar me dejaba perpleja, diría que el parecido se asemejaba al escenario de una película glamurosa. Al subir al elevador me percataba del piso donde viviría de ahora en adelante.
—Llegamos a casa pequeña— mencionaba Franco, como si realmente se tratara de mi hogar—. Bienvenida a nuestra morada, digo nuestra ya que al estar aquí puedes considerar mi espacio como tuyo también.
Su argumento me complacía de tal manera como lo hacía el espacio donde residiría. El mismo estaba muy bien organizado, ambientado de una forma digna de alguien como Franco. Habiéndome adentrado lo suficiente divisaba una terraza con una hermosa vista.
—Melania, puedes recorrer
