—¿Es importante? —preguntó sabiendo que lo era. Sus ojos enfadados fueron acompañados de un movimiento de du dedo índice contra su pecho. La señaló justo sobre el corazón y con voz casi fúnebre, le lanzó una advertencia. —Muchas veces el no saber conviene más que el saber. Uso ese dicho como reproche. Elif no flaqueó a pesar de su mirada. —No estoy husmeando en la vida de un desconocido. —¿Y quien te ha dicho que tienes derecho a hacerlo? Será mejor que mantengas tus manos donde pueda verlas y te limites a observar y callar, más no husmear, porque podrías encontrar una serpiente dentro de las cajas donde metes la mano y el veneno podría ser demasiado—espetó contra sus labios provocando que ella tragara saliva—. Behirham Al-Fayed no existe, está muerto. No quiero que te confunda

