GOLBASI, TURQUIA.
—Duele.
Era imposible que no lo hiciera. Tenía una ligera abertura en el labio que por suerte habia dejado de sangrar pero que estaba allí. Su boca estaba ligeramente hinchada y roja, muy seductora, pero no por las razones correctas. Ruzgar apartó el paño frio y su esposa apartó la mirada. La cabeza de Elif dolía, pero cuando le propuso salir, ella insistió en que no quería ir al médico y que todo estaba bien, al menos superficialmente. Su cabeza tenía un extraño malestar, causado por el golpe, al día siguiente sería terrible, pero estaba lista para ello.
—Me veo terrible ¿Verdad? —preguntó subiendo a la cama y alejándose de él. Debía tener el rostro hinchado y se pondría aún peor. No quería verse así, suficiente tenía con el golpe como para enfrentarse a la vergüenz
