ANKARA, TURQUIA.
Madera de Oud que crepitaba al ser consumida por las brasas.
El aroma que desprendía la madera que poco a poco se volvía cenizas era tan intenso, que parecía forjar un ambiente místico que impregnaba todo de esa esencia popular en las mezquitas. Dos días después de aquella conversación en la cocina, se encontraban en Beytepe, una zona residencial en las majestuosas colinas de Ankara y propiedad de Rizvan Yoruk. El hombre había recibido la oferta y como era de esperarse, no se negó a tan prominente honor. No todos vieron con buenos ojos tal proposición por parte del Mudur, pues había quienes abogaban por un lugarteniente más longevo, más por temas de entendimiento y mezcla de pensamientos que por algo más. Sin embargo, los puntos mencionados por Kerem Gurkan no pudieron s
