Los Aksoy parecían tener en las venas el instinto traidor, uno al que Elif, no fue inmune. Aun así, intentó obtener más respuestas. Él sabía que Kerem no estaba mintiendo, ella lo dijo. Sabía, siempre supo que tan solo cruzar palabras con alguien de la policía era una traición imperdonable que la Turk cobraba demasiado caro, especialmente para conspirar. Que una familia conspirara era terrible, que la esposa de alguien del Kube lo hiciera, era un millón de veces peor. Tan caótico, como si la propia Arabelle pusiera una pistola sobre la cabeza de su marido mientras dormía. Estaban casados bajo el islam. La unión más sagrada para el conocido y tradicionalista Meclis.
¡¿Por qué demonios no pensó en eso?! ¡Si vivía con interminables pesadillas de lo que vivió su familia, debió pensar que lo
