RIAD, ARABIA SAUDITA.
Los dedos de Elif golpearon su pierna de forma nerviosa.
Observó en silencio como su marido rodeaba el auto y a Aysu en la puerta agachar la mirada no sin antes dedicarle una sonrisa a manera de despedida. Las maletas ya estaban en el maletero y ella sintió que no podía respirar. La expresión de Ruzgar cuando terminó la llamada con Kirina era completamente indescriptible. No dijo mucho, solamente un par de palabras en árabe que ella no supo interpretar como consuelo o una orden. Sus ojos grises mostraban entre confusión y preocupación. Lo que hizo después fue pedirle que se preparara para viajar y aunque preocupada por su rápida decisión, no dijo más.
Subió al auto cuando todo estuvo listo y observó a uno de los hombres intercambiar palabras con Ruzgar, Habría de
