ESTAMBUL, TURQUIA. —¿No piensas comer? —Demonios, no Fassali, no—repitió Ruzgar viendo el desayuno con el ceño fruncido. No era culpa de Aysu, se veía espectacular, pero sí de su cruda. No tenía hambre, pero tampoco nauseas, aun así, era mejor no tentar a la suerte—. No puedo creer que hayas bebido como nórdico y aun así estes comiendo tanto. —Comer es vital para recuperar energías. Creo que te estas comportando como un anciano. Ya no das la talla para beber como antes. Fassali no tenía idea de que lo dijo fue un golpe directo y complemento perfecto a las palabras de su esposa tan solo una hora atrás. “Dejaste mucho que desear”, nada falto que hubiera dicho algo sobre la talla para acabarlo por completo. Lo había dicho para molestarlo, estaba seguro, pero si Fassali volvía a mencion

