ESTAMBUL, TURQUIA. Un desayuno no sonaba tan mal, pero había cosas que pensar cuando incluía a todas las mujeres de la Turk. ¿Festejo? Ninguno, salvo, por supuesto, propiciar la convivencia entre todos como una familia que se apuñalaba por la espalda cuando alguien mostraba debilidad. Elif analizaba las cosas a detalle y pensó que su madre toda la vida no tuvo problemas con el papel que jugaba en el juego de su padre y es que, nadie los veía por debajo ni siquiera en esos magníficos eventos donde eran invitados. Cuando la invitación llegó a su casa, pensó en no asistir, pero ¿Cómo negarse? Seria al día siguiente, y la misiva venía directamente de Arabelle y un “no” podía ser tomado como una enorme falta de respeto hacia la imponente Kralice de la Turk. Aun recordaba la noche anterior.

