ESTAMBUL Habia comodidad. Era imposible no llamarlo de esa forma, una muy apacible sensación que recorría su cuerpo por alguna extraña razón. Tenía algo suave bien atrapado entre sus brazos y no quería soltarlo. Escuchaba el distante sonido del teléfono, pero su cabeza exigía un poco más de descanso. Era tarde o… ¿Qué hora era? No tenía ni puta idea. Sin querer moverse de más, alargó la mano para buscar en el cajón. Recordaba haber dejado el teléfono en algún lugar o más bien, en alguna parte del cajón. Joder, no dejaba de sonar. Ring, ring, ring… ¡Iba a cambiar el maldito tono en cuanto tuviera oportunidad! Logró dar con el vibrante cacharro y deseó contener sus ganas para no impactarlo de lleno contra la pared. En sus manos siguió insistiendo hasta que logró apretar el botón corr

