— Siete siglos y medio atrás — La luz cálida del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas de cristal del palacio, bañando la habitación en tonos dorados que iluminaban las antiguas paredes de piedra. El aire estaba impregnado con el suave aroma a flores frescas y madera envejecida, creando una atmósfera que invitaba a la calma. Sentada en una gran cama adornada con sábanas de seda, la mujer de cabello largo y azul, que caía en cascada hasta la mitad de su espalda, se encontraba pensativa. Sus ojos, de un azul tan profundo que parecían reflejar el cielo estrellado, estaban fijos en la ventana, pero su mente vagaba lejos, perdida en pensamientos inquietos. — Amor — dijo, su voz suave, pero cargada de una ligera preocupación. La suavidad de su tono ocultaba el torbellino que s

