Son alrededor de las 3:30 a.m. Estoy acostada junto a Lucas, él está profundamente dormido, rodeándome con su brazo, abrazando mi cintura. El contacto cálido de su cuerpo me da una sensación de seguridad, pero también me mantiene inmóvil, incapaz de moverme. Su respiración es tranquila, y todo parece tan en paz que me cuesta admitir que no puedo dormir, aunque claramente estoy despierta desde hace más de una hora. Es extraño, porque cuando todo debería estar en calma, mi mente no para. La verdad es que llevo mucho rato mirando al techo, atrapada en mis pensamientos. Sé que mi hermano, en cuanto le dé hambre, buscará a su tua cantante, y eso será en cualquier momento. No quiero pensar en eso, pero sé que no puedo quedarme quieta, que no puedo ignorar lo que está por pasar. Si algo sale mal

