Ya estamos en la casa del mate de mi Karen. Como siempre, no pierdo la oportunidad de molestarla un poco, disfrutando de verla ruborizarse. Pero de repente, una melodía inunda mis pensamientos. Es un sonido extraño, como un eco profundo que resuena en mi mente, llamándome. Desconcertada, busco su origen. Entonces, la puerta de la enorme casa se abre, y un chico sale al exterior. Nuestros ojos se encuentran. Por unos segundos, el tiempo parece detenerse. Sin previo aviso, se lanza sobre mí y me envuelve en un abrazo fuerte y desesperado, apartándome bruscamente de Karen. —Mía —susurra con un tono de posesividad. Pero yo no pienso en él. Solo pienso en Karen. Lo aparto rápidamente y corro hacia ella. —¿Estás bien? —le pregunto, parándome frente a ella. Lucas ya la tiene sujeta por

