Sus labios eran suaves, mis lágrimas mancharon su rostro, pero no pareció importarle, cerré los ojos con fuerza, al final él siempre terminaba haciendo lo que quería, ¿Qué se supone que hiciera contra eso?
Su lengua tocó la mía, luego exploró mi boca con paciencia, me alejé cuando sus manos tocaron la piel de mi cintura, pero él me retuvo en mi lugar y siguió besándome, sus labios sabían de nuevo a café.
—Suéltame — susurré, una risa algo ronca escapó de sus labios y se separó, se cubrió el rostro con una mano y comenzó a reír con fuerza, lo observé. Después de un rato se calmó y enarcó una ceja en mi dirección, parecía demasiado feliz de estar ahí.
—Pensé que no lo dirías — dijo, tocando suavemente mi cabello con sus dedos, mi cuerpo se estremeció.
—¿Puedo irme?
—¿Irte? Si es lo
