Fue sencillo y rápido. Fue algo que no esperaba. Fue doloroso, sin embargo, no podía llorar y gritar como hubiese querido, como quería hacerlo. No pude tampoco ir detrás de él para decirle que realmente estaba equivocado, que él no era solo una noche y ya, que era todo lo que quería. No podía correr y decirle que estaba enamorado de la manera en que él mismo recordaba aquella primera noche juntos. No podía, porque la mano tibia de Isak sostenía la mía con delicadeza mientras sus labios sonrojados tenían una sonrisa tranquila para mí, solo para mí. Porque no tenía el valor ni el coraje para herir a Isak y hacerlo a un lado, incluso cuando eso significaba su felicidad y la mía. Era demasiado egoísta. Demasiado cobarde. Un idiota por gusto. Me quedé ahí, mirando cada una de esas

