Capítulo 10. Un baile de ensueño.

1777 Words
Las manos me temblaban y sentía las piernas como gelatina mientras dejaba que la doncella me tratara como su muñeca personal, no puedo negar que disfrute el baño perfumado, incluso me relajo el sentir sus suaves manos en mi cuero cabelludo mientras me bañaba, pero el conocimiento de que debía unir a los dos principes y la incertidumbre de cómo hacer lo me ponían enferma, quería distraerme y por ahora el silencio era mi enemigo. -¿Como te llamas?- Le pregunte a la joven chica mientras se entretenía lavando mi enredado pelo, sentí como se tensó por unos instantes y me preocupé de haber hecho algo inadecuado. -No tienes que responder si no quieres, lamento si te incomode. -No mi señora, no me ha incomodado, lo lamento, es solo que los invitados de su majestad no suelen hablarnos, estamos aquí solo para servirlos. -Ya veo, bueno soy nueva por aquí y no conozco a nadie, honestamente estoy algo nerviosa y me ayudaría muchísimo poder platicar con alguien, si no te molesta me gustaría hacerlo contigo, saber un poco más de este reino y de su gente, soy curiosa por naturaleza y me gustan los lugares nuevos.- Me hundí en el agua tratando de ocultar mi desnudez con la espuma que cubría el agua. -Sería un placer para mi ayudarla a conocer mi hogar mi señora, una vez que lo conozca se enamorara del lugar y de su gente.- Sentí como sonreía mientras me aclaraba el pelo con agua limpia. -Me llamó Saraí mi señora. -Es un verdadero placer conocerte Saraí, y por favor llámame Hanna, me gustaría que fuéramos amigas si te parece bien.- Tome una bata cercana y me levante del agua, era un perfume tenue y suave el que tenía el agua y me sentía lista para enfrentar al mundo después de quitarme la mugre de dos días, sonriendo y más animada le sonreí a la bella jovencita quedando frente a ella mientras me envolvía en la suave tela. -Me encantaría serlo mi… es decir, Hanna, usted parece alguien importante para su alteza el príncipe y estoy segura que necesitará de aliados en este castillo, jamás lo había visto tan feliz y decidido y el señor es tan bueno con nosotros que me encantará ayudar a mantenerlo en ese estado. Sonrio algo tímida y un poco incómoda ante el comentario y me salgo de la tina, concentró mi atención en secarme un poco el cuerpo, jamás me he sentido del todo cómoda con alguien observando mi cuerpo d*****o, pero la joven chica parece no fijarse demasiado en nada, de inmediato comienza a revolotear a mi alrededor preparando el hermoso vestido y sacando de un maletín una serie de productos de belleza. -Pareces muy emocionada con el baile, ¿te gustan estos eventos?- Me siento en la gigantesca cama de cuatro postes y pasó la suave tela secante por mis piernas mientras observo divertida como la chica imrpovisa un tocador en la habitación del príncipe. -Nunca he asistido a uno, su majestad el rey no nos lo permite, pero esta es mi parte favorita, me encanta arreglar a las jóvenes doncellas que asistirán al evento, verlas convertirse en las princesas de su cuento personal, arreglar sus cabelleras para que luzcan tan hermosas y brillantes como sea posible y poder jugar con el color y el maquillaje me parece fascinante y siempre había querido la oportunidad de ayudar a un invitado especial, alguien que vaya a brillar en el baile y luzca mi trabajo ante todos, pero por lo general traen a su propio personal para hacerlo, por lo que es la primer vez que podré hacer brillar a una princesa de verdad. Verla tan feliz y emocionada provocó que no tuviera el corazón para decirle que yo no era una princesa, pero sin duda trataría de lucir lo mejor posible en el baile a su nombre, por lo que le sonreí y me puse en sus manos, esperando ver que tan talentosa era esa apasionada jovencita. Pase algunas horas escuchando su charla que poco a poco se volvió más confiada y segura, hasta el punto en que platicábamos como si fuéramos viejas amigas, me contó un poco de su vida, de que trabaja en el palacio gracias a que su padre es parte del servicio de mantenimiento, que sus tres hermanos mayores son lacayos en los establos y el primogénito de su familia se convirtió en el orgullo de la casa al lograr entrar en la guardia real. Me platico hasta el nombre de los tres becerros que poseen sus padres Itsy, Bitzy y Melody, incluso las graciosas historias por las cuales les pusieron sus nombres, que iban desde una pelea entre vecinos por el ruido constante que hacia una, similar a un cántico nocturno, hasta los graciosos ruidos que hacían cuando se peleaban por la leche de la madre al mamar las ubres. La charla me mantuvo tan entretenida y divertida que olvide el paso del tiempo, me olvidé incluso de mis problemas y me concentré en la nueva guerra que tenían sus hermanos por la nueva chica de la cocina. Así, sin darme cuenta su trabajo había terminado, su sonrisa repleta de orgullo y satisfacción me obligó a mirarme en el espejo, la imagen frente a mí me quito por completo el aire, la mujer que veía reflejada no parecía yo, lucia como una verdadera princesa, una princesa de la noche, el vestido de un azul obscuro estaba cubierto de pequeños diamantes que parecían miles de estrellas, el cunturon marcaba perfectamente mi figura haciéndome lucir esbelta, mi cabello estaba perfectamente atado en un elaborado peinado que marcaba mis rizos naturales con gracia y elegancia sobre mis hombros, había untado mi piel y cabello con una loción con polvo brillante que hacía lucir mi cuerpo como si brillara, yo misma era una diosa de la noche, una estrella del firmamento y amaba como lucia. Sonreí a mi reflejo y abracé a la chica que había hecho posible que luciera tan hermosa, el trabajo de maquillaje era delicado y hermoso, un delineado con kohl de un azul profundo marcaba mis ojos de gato y pequeños diamantes adornaban los bordes de mis ojos, los labios tenían un profundo color rojizo casi llegando al n***o, mis pómulos lucían afilados y mi rostro perfilado y elegante, amaba cada detalle, la chica sorprendida solo sonrió orgullosa mientras ponía los accesorios terminando su trabajo. -Si me lo preguntan diré que es mi mejor trabajo, pero en realidad solo pulí un poco lo que ya tenía como base.- Sonrio y me regalo un giño de ojo y una sonrisa divertida. -Sera mejor que volvamos, el príncipe ya debe estar ansioso y él es quien quiere colocar la tiara en su lugar. Me reí al verla saltar como si fuera una niña en navidad mientras tomaba la caja con solo la tiara aún dentro y se dirigía hasta las puertas dobles, abriéndolas de golpe y dejándome ver al guapo príncipe al otro lado, que caminaba de un lado al otro nervioso, aún cuando la imagen me pareció divertida, no pude evitar que mi corazón saltara como un loco al verlo, lucia guapísimo con su traje de un azul marino a la medida, la pajarita plateada le daba un toque de brillo y glamour, su pelo n***o estaba perfectamente peinado hacia atrás y sus ojos verdes brillaron al verme, no entendía como un traje tan ajustado le pudiese lucir tan bien y a la vez presumir sus musculosos brazos, creo que no me había detenido a verlo desde que lo conocí y en este momento lo lamentaba, había evitado fijarme demasiado en él para evitar enamorarme más, pero estaba desaprovechando la oportunidad de embriagarme en el hombre que había robado mi corazón. Ambos dimos un paso en dirección del otro y nos sonreímos mutuamente, extendió la mano y yo sin dudar me acerqué hasta él para tomarla, con delicadeza beso mis nudillos sin dejar de verme a los ojos, electrizando cada parte de mi cuerpo con esa hermosa y penetrante mirada del color del bosque, de esos ojos tono esmeralda que ahora me perseguirían hasta el fin del mundo. Saraí se acercó hasta nosotros rompiendo un poco la magia que nos había encerrado en nuestro propio mundo. -Alteza, como usted pidió.- Haciendo una reverencia abrió la caja de la tiara y la dejo a su alcance, murmurando un gracias la tomo de la caja y dio un paso más cerca de mi, cerré los ojos y disfrute de su aroma era una mezcla de una colonia amaderada, con un toque de sándalo, duro pero dulce y adictivo, sentí cuando puso la tiara en mi cabeza y terminó regalándome un dulce beso en los labios, simplemente era incapaz de no devolver sus besos, y decidí que si tendría que dejarlo ir, al menos disfrutaría esta noche del sueño de ser su princesa. -Eres la mujer más hermosa que he conocido jamás,- me dijo con sus labios casi rozando los míos -y esta noche te vez especialmente hermosa, me siento honrado y afortunado de tenerte como mi pareja. -Estaré del brazo del hombre más guapo de todos los universos, la afortunada soy yo mi príncipe.- sonreí contra sus labios y una llama se encendió en mi cuando de manera inesperada colocó su mano en mi nuca, rodeando posesivamente la parte posterior de mi cuello. -Me aseguraré de que todo el mundo sepa que esta noche y todas las demás estarás conmigo, y que soy el único que puede llevarte del brazo, que esa suerte es mía.- No sabía de donde había salido esa posesividad, siempre que lo idealice con la princesa era más bien suave, incluso algo flojo, pero con esas palabras podía sentir su pasión, sentía el fuego de su corazón rozar el mío, queriendo reclamarlo también como propio, pero me detuve, quizá la relación que había idealizado para el libro carecía de ese fuego, pero debía tener cuidado o sería yo la que se quemaría en él. -Mi príncipe está siendo muy posesivo esta noche, desconocía esta faceta suya.- Murmure dando un paso atrás y colocando la mano sobre la suya, preparándome para salir de la habitación, con intension de caminar hacia el baile que nos esperaba. -Acabó de descubrir que soy un hombre celoso, y que puedo resultar tremendamente posesivo con aquello que comienzo a valorar más que a mi vida, con aquello que quiero proteger.- Me dio un beso rápido pero intenso sobre los labios, dejándome sin palabras, y escuchando la risilla de Saraí detrás nuestro comenzamos a caminar hacia el sonido de la música que se distinguía a la distancia.
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