Lo que quise ser

1511 Words
Yo decidí vivir en la soltería, disfrutar de mí, comprar una casa, ser independiente, disfrutar del amor que siento constantemente por mí y por eso compré una casa para doce personas. En realidad, fui a una subasta con mi tío Sebastian. Escuché las descripciones de la casa y me sentí conectada y las imágenes eran preciosas y había un par de imbéciles que se veía como que se iban a divorciar y al final intentarían quemar la casa en el proceso, así que levanté la paleta de mi papá. —¿Qué estás haciendo?—preguntó mi hermano. —No vamos a mudarnos ahí. —Nosotros no, yo sí. Ahora te lo pago papá, es que a mí no me dieron palito. —Milena, te colaste —me recordó Sergio y su papá y yo le miráramos ofendidos.—Miren esos van por más. —Ocho millones de dólares. —Milena no lo vale—comentó mi papá —Esa es la casa en la que voy a criar a mis hijos. —¿Estás esperando un bebé? —Me acabo de hacer los bustos, no gilipollínes, solo quiero la casa. —Diez millones. —Diez punto cinco —Dijo con una sonrisa. —Otorgado. Felicidades por su generosa compra. Del señor Caine para la linda señorita. —Gracias, no soy su amante; soy su hija y lo más importante es que esa casa es de mí para mí. ¡No necesito hombres en mi vida! —Milena, esto es una subasta no terapia grupal—comentó Sergio mientras le tomaba del brazo. Mi papá nos llevó a almorzar después de mi derroche de dinero. Le dio un beso a Sergio en la mejilla y otro a mí. Sergio vio a su papá y le preguntó si estaba bien, si me sentía bien. —Estoy genial. —Mily son muchos cambios y muchas familias, solo tienes que recordar que somos tu familia siempre. —Lo sé, lo raro es que no vivió sin mis hermanis chiquitines —Dijo y les mostró el dibujo de Jana en la escuela, su persona favorita. —Qué linda letra. —Es lo que le dije a mi papá, él está evidentemente ofendido porque es la tercera vez que no es la persona favorita, primero Adamira, luego Abuela Sofía y ahora yo, sus hijos le orinan en la cara. —Es “nos escupen en la cara”. —No, literal a Arturo le pasan esas cosas —Aclaró Sergio. —Bueno, me importas y me preocupas tú. —Papá, estoy por firmar con Balenciaga, me contrataron en la mejor revista de modas para hacer unas tomas, tengo tres tiendas con piezas exclusivas, no me va mal en la vida. —Mily has vivido enamorada de un idiota, te enamoraste de un hombre que eligió su carrera, luego el deportista que hasta yo estoy triste y acabas de comprar una casa extra cara en una subasta, lo cual es una vergüenza para ser hija de un banquero. —Mi hermanita lo hubiese hecho mejor. —Sí definitivo ella hubiese bajado el precio o hecho que alguno de ustedes dos la comprara para mí. Papá estoy bien, de verdad que sí, estoy bien solo no estoy soltera como hace qué casi diez años. Soy una adulta que siempre está con alguien, en una relación complicada y no quiero ser la amante de un hombre, la novia impecable de un político o la novia de un deportista, quiero y voy a ser yo. Sabes todas las cosas impresionantes que hago y se ven opacadas por la persona que va de mi brazo. —Tú vas de su brazo. —Voy a tener que bloquearte, Sergio. Que Dios nos ayude. Sebastian los regresó al centro de la ciudad, tenía unas reuniones que atender, además, necesitaba terminar temprano para su miércoles con sus amigos. Sergio acompañó a su hermana y la llevó por un postre. Mily le dio una de esas sonrisas cómplices. —Cuéntame qué pasa en esa cabecita tuya. —No mucho, estoy tranquila. —Comentó. —Tú y la mujer misteriosa. —Nosotros, bien. —La campaña. —Cool—replicó. —Vas a ver que te dan el puesto. Sergio sonrió y se inclinó para darme un abrazo. Se lo devolví y le llené de besos antes de preguntarle si quería vivir conmigo porque nadie pretendería que viviera ahí sin mis hermanos, y de vez en cuando mis bebés. Mi hermano dijo que se lo iba a pensar y los dos caminamos a mi centro de confección. Nos encontramos con las niñas corriendo, mi mamá estaba en el suelo con mis hermanos viendo una caricatura. —Tía Nini, mira quién llegó—gritó Jana y fue corriendo a llenarme de besos. —Hola —gritaron Jana y Oli. —Holaaa —respondió y les di un beso a ambas para saludarlas. Las cargué hacia donde estaban los chicos y las dos básicamente escalaron contra el cuerpo de Sergio. Me tiré a besuquearme con mis hermanos y poco después entraron mi mamá y Ada, junto a Arturo. —¿Qué traen de comer? —Traigo algo rico, pero no le podemos decir a papá. Tiene que ser un secreto —dijo mi mamá. —¿Qué es? ¿Qué es? —Papas fritas con queso para enderezar y nuggets de pollo y pescado. —Me encantan estos días —dijo Alex y mi papá sonrió. —Tía O, eres nuestra favorita. —Sí, eres nuestra preferida mamá —Confirmó Milo y todos reímos. Les di las noticias a mis papás, había comprado una casa, estaba por remodelarla, me mudaría con Sergio y si Priscila estaba en la ciudad ella misma se mudaría con nosotras, mis mamás me miraron con atención, Niza me llenó de besos. —Mi amor, eso no es independizarse. —Me compré una mansión. —Que pagó Sebastian—preguntó Olivia. —Se la voy a pagar de vuelta es que no iba a eso. —Mi amor, doce habitaciones, staff pequeño de cuatro y tener de roommates a tus amigos y hermano no es lo mismo que independizarse. —Papá, soy económicamente estable y no me mangonea un hombre. —Te mangonean tres —Intervino Olimpia.—Eso si no contamos a Sergio y tus padrinos. —Y los abuelos. —Sí, esos. —Bye. Odio que la gente me subestime. Y es normal y entiendo por qué lo hacen. Soy joven, muy atractiva y bromeó con cosas que no debería la mayor parte del tiempo, sin embargo, soy inteligente, empresaria, diseñadora, una costurera fabulosa, soy una modelo y fotógrafa; filántropa y activista. El problema es que a mi familia no debería tener que pasarle un currículum para que se enteren. Choqué con alguien y me disculpé antes de seguir caminando por el lugar. Me rodeó con su mano el brazo y dijo: —Milena, ¿estás bien? —Ehh. —Dije mientras veía a Octavio. —Todo bien gracias. —¿Quieres un café? —No. —Mily. —No quiero.—respondí y Octavio comenzó a reír. Yo llevaba años adorando sus risas. Él se rio con más fuerza mientras se pasaba las manos —Voy a decirte que vengo de una clínica de fertilización y tenía que… tocarme —Reí. —Me trajeron unas revistas y adivina quién es la portada. —Nooo—Dije mientras reía. —Estabas guapísima, pero pensé, estoy haciendo un bebé con mi esposa mientras follo con mi ex, por lo menos, en la imaginación. —¿Soy mamá de tus hijos con Vanessa?—Dije muerta de risa y él también. Octavio me preguntó si quería un té, sin calorías y caliente. —Para derretir la grasa y eso. —Estoy bien de grasa. —Lo sé, pero he sido la peor persona de la vida. Te he humillado, lastimado y ofendido por mierdas que ni siquiera tenían que ver contigo y lo más importante, te perdí. —Y ahora qué hacemos te la chupo aquí en media calle—pregunté irónica. Caminé lejos de Octavio y fui hasta el parqueo del Banco. Estaba por salir cuando vi a mi tía Olivia por el retrovisor. Me bajé del auto y me acerqué a ella con el corazón a mil por hora, había empeorado las cosas. —¿Estás loca? ¡Me cagué! Pude haberte atropellado y eres mamá de tres—Reclamé. —Iba a detenerte, pero, estabas conversando con Octavio, vine y tu papá está en reunión. —Hemos terminado. Esta vez no vuelvo con él. —Sí, pero, tú no eres la misma—Respondió Olivia y se acercó a abrazarme. —Soy mamá de cinco y tú eres mi primer bebé. —Lo sé. —Cuando estés lista estaré aquí. —Dijo y me abrazó con más fuerza. Le abracé de vuelta y me separé un poco. —¿Quieres conocer mi nueva casa? Tengo la cita en hora y media. —Las dos reímos y ella subió de copiloto.
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